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Anónimo

anonimo posterTítulo original: Anonymous
Origen: Inglaterra / Alemania / EE.UU.
Dirección: Roland Emmerich
Guión: John Orloff
Intérpretes: Rhys Ifans, Vanessa Redgrave, Sebastian Armesto, Rafe Spall, David Thewlis, Edward Hogg, Xavier Samuel, Sam Reid, Jamie Campbell Bower, Joely Richardson, Paolo De Vita
Fotografía: Anna Foerster
Montaje: Peter R. Adam
Música: Harald Kloser, Thomas Wanker
Duración: 130 minutos
Año: 2011
Compañía editora: Blushine


6 puntos


El arte de la manipulación

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

anonimo unoLas rotativas mundiales sorprendieron tiempo atrás cuando se supo que Roland Emmerich iba a dejar de lado las películas fastuosas, de efectos especiales y acción y destrucción masiva, para abocarse a un film pequeño, de tinte independiente, con la figura de William Shakespeare como centro. El resultado es Anónimo y, claro está, no se trata de una película chiquita e insignificante, sino más bien de un producto ambicioso en sus múltiples subtramas y en la conspiranoia que la alimenta, además de contar con una dirección de arte por demás rigurosa sobre aquellos años convulsionados en la Inglaterra de una anciana reina Elizabeth. Es, sí, un film atípico dentro de la filmografía del director, pero que no deja de tener la pirotecnia visual habitual de sus películas y hasta cierta incorrección política simpática dentro de un film destinado al gran público. Luego la cronología marca que vendría El ataque y todo seguiría los caminos normales para el bueno de Roland.

Anónimo, a partir del guión de John Orloff, se nutre a la vez que le da mayor exposición a la teoría oxfordiana, que indica que William Shakespeare no fue más que un fraude con el que Edward de Vere, 17º conde de Oxford, decidió disfrazar su actividad literaria prohibida en la corte. Este hombre le pagaba al reconocido Ben Jonson y a un actor de mala muerte para que se hagan cargo de sus textos, mientras de esa forma traficaba sus ideales revolucionarios y atentaba desde el arte y sutilmente contra el poder institucionalizado. Obviamente hay quienes sostienen estas teorías y quienes dicen que estas teorías no son más que mentiras. Lo cierto es que sobre la figura de Shakespeare no hay nada demasiado claro.

Lo positivo en Emmerich es que tal vez por sus limitados valores como realizador o simplemente porque le parecía una excusa atractiva y no más que eso, no edifica su película desde aquella teoría, abandonando las posibilidades de espectáculo-escándalo al nivel de El código Da Vinci: la desmitificación del mito es algo que no le quita el sueño al director. No, a él le interesa más el lugar del artista y del arte como herramientas políticas y, también, de las cuales la política se vale. No deja de ser interesante que un realizador vinculado con un cine mastodóntico y alejado de la reflexión, se permita tirar estas pequeñas bombas desde adentro del sistema y valiéndose de las herramientas visuales y narrativas de esos realizadores que suelen despreciarlo.

Puede que Anónimo no sea un film sutil y hasta se engolosina con su preciosismo visual (Emmerich filma este tiempo con el horizonte estético de Shakespeare apasionado: ese es su límite generacional), dejando de lado cierto espíritu lúdico que la alimenta para convertirse un poco en ese cine adocenado que cree que en el calco de la historia está lo importante. Sin embargo en la selección de un elenco que funciona muy bien (Rhys Ifans brilla porque tiene la capacidad innata de la comedia, pero también sabe ponerse trágico) y en algunas decisiones de puesta en escena (como el prólogo y epílogo teatral a lo Moulin Rouge! con un notable Derek Jacobi) está lo mejor de un film que en definitiva habla del artista y del arte como un espacio de poder que puede servir a los más nobles e impúdicos actos: el artista como víctima de un tiempo, pero también de sus propias ambiciones. Ese es el costado atemporal de un film extraño.

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