Por Guillermo Colantonio
En el marco de las charlas con maestros del Festival se presentó el prestigioso guionista y director Paul Schrader. Luego de una vacilante introducción, poco acorde a la importancia que supone la visita, el director de Mishima, Autofocus y Aflicción, entre otros títulos, inició el diálogo en un marco de tensa calma dado un conflicto legal que mantiene con los productores de su última película, Dying of the light, a raíz del corte final y que le impide hablar al respecto. Por tal motivo, se colgó un afiche alusivo. Esta situación motivó el eje central de su breve disertación acerca de las relaciones entre las nuevas tecnologías y los modos de producción, distribución y recepción de películas. Al respecto, sostuvo que como cineasta formado en la “vieja escuela” siempre indaga en los modos de generar nuevos proyectos que sean rentables a través de los múltiples medios que se ofrecen, los cuales han transformado decisivamente la noción de hacer y ver cine, como el espacio mismo de la sala cinematográfica. Schrader considera que vivimos una época estimulante, una era de multipantallas, donde se ha democratizado el hecho de crear un film dadas las posibilidades que existen. A su criterio, el género de cortometrajes tiene un renacimiento increíble, como si retrocediéramos cien años en la historia. De todos modos, alerta sobre una posible etapa de postcapitalismo queriendo controlar la circulación de contenidos tecnológicos si no protegemos esta libertad de acceso.
En consecuencia, desde su punto de vista, ya es imposible concebir modos exclusivamente clásicos en la manera de narrar historias puesto que los nuevos espectadores ya vienen con una formación estimulada por los multimedia. Su visión es que no hay que renegar de esto pero sí pensar hasta dónde nos estamos moviendo. Los viejos dramas basados en tres actos hoy exigen nuevos patrones capaces de captar una demanda diferente.
En relación a las preguntas que se le hicieron y al intercambio verbal que sostuvo, era inevitable que lo interrogaran sobre los trabajos que realizó con Scorsese; varios se sintieron decepcionados por la parquedad de la respuesta: “Marty es decidido como hombre del espectáculo y no voy a decir más”. También se refirió a la hegemonía de Hollywood aunque resaltó que no representa a toda Norteamérica y que sus horizontes ya apuntan a mercados asiáticos.
Hace unos cuantos años, Schrader publicó un interesante y personal estudio denominado El estilo trascendental en el cine. Cuando se le consultó cómo veía a la distancia esas ideas y si eran aplicables a ciertas zonas de la cinematografía mundial en la actualidad, resaltó que salvo algunas excepciones, es muy difícil sostener con éxito ese estilo que para él practicaban Dreyer, Bresson y Ozu y cuyo fundamento era la inacción.
Finalmente, en un clima más distendido, resaltó que “el desafío del presente es preguntarse cómo contar una historia”