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Los Boxtrolls

boxtrolls posterTítulo original: The Boxtrolls
Origen: EE.UU.
Dirección: Graham Annable, Anthony Stacchi
Guión: Irena Brignull, Adam Pava, sobre la novela de Alan Snow
Voces originales: Ben Kingsley, Jared Harris, Nick Frost, Richard Ayoade, Tracy Morgan, Dee Bradley Baker, Steve Blum, Nika Futterman, Pat Fraley, Fred Tatasciore
Dirección de arte: Curt Enderle
Montaje: Edie Ichioka
Música: Dario Marianelli
Duración: 96 minutos
Año: 2014


7 puntos


Ninguna cajita feliz

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

boxtrolls unoLos Boxtrolls es un film que continúa en la línea que el estudio Laika ha venido desarrollando desde que realizó su primer largometraje con el enorme Henry Selick en el 2009, Coraline, y que luego perpetuó en 2012 con ParaNorman, codirigida por Sam Fell y Chris Butler. Se trata de largometrajes que no sólo se destacan por un apartado visual donde el stop-motion está trabajado hasta el último detalle incurriendo en la hibridación con  la animación digital, sino que también se destacan por su oscuridad y sensibilidad, a menudo explorando demonios de la adultez sin perder de vista al público infantil. Esto, que algunas comentaristas de cine llaman enigmáticamente “películas para chicos y no tan chicos”, no es más que aprovechar la libertad creativa sin tener a la edad a la que va dirigida como un corsé. Mientras que Coraline era gótica y ParaNorman naufragaba en la estética del horror-mainstream, Los Boxtrolls contiene elementos del horror victoriano y el steampunk. Con este marco estético suministrado por la novela gráfica original de Alan Snow (Here Be Monsters!), surgen alegorías sociales que le dan ese tono que recuerda al folletín del Siglo XIX, sin que esto resulte subrayado o grosero. En todo caso y a pesar de sus irregularidades en el guión, Los Boxtrolls es lo suficientemente audaz como para sorprender tanto por su crudeza como por su roce con la escatología.

El pie del relato es un bebé robado que vemos sustraído por una criatura (aparentemente) abominable y la aparición de un singular personaje de sombrero rojo, el señor Hurto, que advierte al alcalde de la ciudad por las intenciones de los boxtrolls de robar todo el queso, un bien altamente cotizado en Quesadilla. Preocupado, pero no por el robo del bebé sino porque alguien pudiera llevarse todo el queso, el alcalde decide cazar a todos los boxtrolls imponiendo el toque de queda en la ciudad, siendo el señor Hurto la persona a cargo de exterminar este “mal” a cambio de poder obtener el sombrero blanco, un signo de prestigio y la forma de saborear el mejor queso de la ciudad -a pesar de su intolerancia a la lactosa-. Mientras tanto, el bebé robado se transforma en un niño que es criado entre los boxtrolls, creyendo que es uno de ellos, habituándose a su estilo de vida en los subterráneos de la ciudad y alejado de la humanidad en la superficie.

Sin embargo, cuando las operaciones de captura del señor Hurto se encrudecen y nuestro protagonista decide rebelarse y averiguar adónde van todos los boxtrolls apresados, se encuentra con Winnie, la hija del alcalde, que lo va a ayudar a conectarse con su humanidad perdida y lo llevará a cambiar su entorno. El drama, que radica en el cambio y en la construcción de la identidad tanto de “Huevo” como de los boxtrolls, y aparece como un problema en los sombreros rojos, es el eje del relato, desatándose una lucha entre quienes buscan afirmar su identidad y aquellos que pretenden cambiar. Esto, que suena a simple manual de autoayuda, aparece sutilmente en el relato y resulta mucho más efectivo que la alegoría social que ilustra, que por momentos puede resultar confusa (principalmente porque el asunto de sombreros blancos y rojos no tiene un trasfondo  bien desarrollado).

Pero más allá de las múltiples lecturas que ofrece, Los Boxtrolls logra ser una película memorable por la solidez de sus personajes principales y la ingeniosa composición de los sombreros rojos, que van de un sádico que habla en tercera persona de lo que está sucediendo, hasta un grandote contradictorio que cree realizar acciones heroicas. Hablar del apartado visual -que brilla en la secuencia del baile o la secuencia del secuestro de “Pez”- es a esta altura confirmar la maestría de Laika en el dominio del stop-motion, esta vez con la promisoria dupla de Graham Annable y Anthony Stacchi en la dirección.

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