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Circuito cerrado

closed posterTítulo original: Closed Circuit
Origen: Inglaterra / EE.UU.
Dirección: John Crowley
Guión: Steven Knight
Intérpretes: Eric Bana, Rebecca Hall, Jim Broadbent, Ciarán Hinds, Riz Ahmed, Lee Asquith-Coe, Kenneth Cranham, Evie Wray, Barbora Bobulova
Fotografía: Adriano Goldman
Montaje: Lucia Zucchetti
Música: Joby Talbot
Duración: 96 minutos
Año: 2013
Compañía editora: AVH


5 puntos


Thriller político sin suspenso ni política

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

closed unoEn tiempos donde abundan las películas que se toman demasiados minutos para contar algo simple, que un thriller político necesite sólo algo más de noventa minutos para exponer todo su relato preanuncia algo óptimo. Pero eso no es un axioma matemático: hay veces que la película dura poco porque no tiene mucho para decir. Lamentablemente, esto es lo que sucede con Circuito cerrado -editada aquí en dvd-.

La película de John Crowley se hace eco de un contexto donde, de manera similar a Estados Unidos, en Inglaterra, frente a la guerra contra el terrorismo, las agencias de inteligencia, que antes eran vistas como un mal necesario, ahora ven hasta cuestionada su necesidad. En la ficción construida por Circuito cerrado, luego de un ataque terrorista en Londres, el que queda muy mal parado es el MI5, el servicio secreto dedicado al espionaje interno: los abogados encargados de la defensa del principal acusado, Martin Rose (Eric Bana) y Claudia Simmons-Howe (Rebecca Hall), irán descubriendo que aspectos secretos del caso muestran que la agencia manipuló los eventos y cometió errores trágicos que permitieron que luego murieran más de un centenar de personas. Obviamente, hay sectores muy arriba en las esferas del poder que no van a permitir que esto adquiera público conocimiento.

Lo que Circuito cerrado tiene para decir es simple: el poder judicial y la inteligencia británica presentan más de un punto de unión, se protegen mutuamente, lo que menos les importa es contarle la verdad al pueblo y ejercen toda clase de mecanismos de vigilancia para mantener su dominio. Eso, que no deja de ser cierto, no pasa de lo predecible y superficial, y si no está respaldado por una construcción narrativa sólida y personajes complejos, irá perdiendo peso como afirmación hasta reducir su impacto en el espectador a la mínima expresión. Eso es lo que sucede precisamente con el film, que pretende explotar el clima paranoico, con los protagonistas siempre temiendo y desconfiando de todos los que rodean, pero que cae en la repetición permanente, gastando totalmente el recurso de edición con las cámaras de vigilancia que pueblan Londres. Algo parecido se puede decir respecto a personajes como el del fiscal general (Jim Broadbent), un agente del MI5 (Riz Ahmed) o una periodista (Julia Stiles), que nunca adquieren espesor y sólo quedan como meros portadores de discurso. Por último, no puede dejar de señalarse cómo la película traiciona su propio verosímil que intenta construir: hay una secuencia de montaje, donde se cuentan dos escapes que suceden al mismo tiempo, que son difíciles de creer por la torpeza demostrada por gente supuestamente experta.

En consecuencia, lo único que interesa realmente en Circuito cerrado es la pequeña odisea de Martin y Claudia, quienes no sólo deberán lidiar con toda la estructura gubernamental tratando de silenciarlos, sino también con sus tensiones mutuas, debido a que en el pasado fueron pareja aunque terminaron muy mal. Que nos importe un poco (tampoco tanto, vale aclararlo) lo que a estos personajes les suceda es mérito principalmente de Bana y Hall, que poseen la presencia actoral justa: no exageran la nota pero sostienen el drama de manera óptima. En lo que refiere al suspenso o la mirada política, lo que queda es la nada misma.

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