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Vecinos cercanos del tercer tipo

poster watchTítulo original: The Watch
Origen: EE.UU.
Dirección: Akiva Schaffer
Guión: Jared Stern, Seth Rogen, Evan Goldberg
Intérpretes: Ben Stiller, Vince Vaughn, Jonah Hill, Richard Ayoade, Rosemarie DeWitt, Will Forte, Mel Rodriguez, Doug Jones, Erin Moriarty, Nicholas Braun, R. Lee Ermey
Fotografía: Barry Peterson
Montaje: Dean Zimmerman
Música: Christophe Beck
Duración: 102 minutos
Año: 2012


6 puntos


Suburbio chico, infierno grande

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

watch unoVecinos cercanos del tercer tipo no deja de ser un objeto extraño. Con un pequeño seleccionado de estrellas de la comedia (Ben Stiller, Vince Vaughn, Jonah Hill, Richard Ayoade) y un gran elenco de reparto (Billy Crudup, Will Forte, Rosemarie DeWitt), construye una historia de ciencia ficción cuasi trash, sin eludir la sátira social, que por cierto llega a altos niveles de acidez. En esto quizás tenga que ver bastante el director, Akiva Schaffer -formado primariamente como integrante del grupo de guionistas estables de Saturday night live, un programa especialista en la sátira social y la parodia de los géneros-, pero sin duda la mayor influencia viene desde el guión, coescrito por Evan Goldberg y Seth Rogen, los mismos que escribieron Piña Express y Supercool.

El filme (editado en la Argentina por Blushine) arranca como una típica deconstrucción de la vida en los suburbios, con Evan (Stiller), preocupado por una serie de crímenes que asolan a la comunidad, y decidiéndose a formar una especie de patrulla urbana, que sólo terminarán integrando tres tipos más: Bob (Vaughn), que parece que lo único que quiere es evadirse de su vida familiar; Franklin (Hill), un joven que todavía vive con su madre y que nunca pudo entrar a la policía; y Jamarcus (Ayoade), quien cayó por el barrio un poco como de la nada y está buscando “adaptarse”. Allí vemos a cuatro actores sumamente capaces de explotar sus habilidades, aunque en general no salgan de lo previsible: Stiller vuelve a trabajar sobre sus personajes incómodos, que no saben cómo ubicarse en el contexto que les toca y que siempre están a contramano; Vaughn se recuesta en su verborragia, en su hablar rápido y punzante; Hill combina elementos de su personaje en Supercool (la prepotencia que esconde una gran inseguridad) con otros del de Rogen en Cuidado con el guardia (en un punto, la amistad personal que tiene Hill con Rogen se traslada a la pantalla y funciona casi como su alter ego, en este caso explicitando un fascismo y amor por las armas que no deja de ser muy norteamericano); y Ayoade continúa girando en su perfil freak, que resalta aún más a partir de su nacionalidad británica.

Es en la segunda mitad de la película, cuando los protagonistas se topan con una serie de indicios que los llevan a darse cuenta de que en su entorno se está desarrollando una invasión extraterrestre, que el relato da un giro bastante particular. Al insertarse la ciencia ficción dentro de la historia, los personajes encuentran la excusa perfecta para reafirmar en buena medida sus defectos (la sed de violencia, la voluntad de escaparse de la rutina laboral y familiar, la necesidad de imponer justicia por mano propia), pero también para conocerse, hacer causa común y forjar una amistad. Es que Vecinos cercanos del tercer tipo es básicamente eso: un pequeño cuento suburbano sobre un grupo de tipos que se encuentran a sí mismos (y entre sí) a partir de un hecho insólito, que les da sentido a sus vidas y los reacomoda dentro del mundo. Y la invasión proveniente del espacio exterior es una actualización de los típicos miedos de los sectores medios estadounidenses hacia la otredad, representada por el terrorismo y los extranjeros.

A Vecinos cercanos del tercer tipo le sucede algo similar a Piña Express, aunque más exacerbado: los distintos elementos que componen la trama y la puesta en escena no terminan de cuajar adecuadamente, con lo que el film avanza un poco a los tropezones, confiando demasiado en lo que pueden dar los actores y su capacidad para divertir. Encima, la resolución del conflicto no consigue salir de los carriles previsibles y hasta es en cierto modo conformista. Aún así, no deja de ser una película con unos cuantos momentos de alto nivel cómico: escenas como la del interrogatorio a un adolescente o la sesión de fotos con el cadáver de un alienígena son, además de hilarantes, incómodas a su manera. Lo violento no sólo está en nosotros, sino que encima nos gusta, parecen decirnos estos altos exponentes de la comedia estadounidense. Detrás de las risas y la conclusión luminosa, queda un panorama algo tétrico.

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