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Pantalla Pinamar 2013: el colonialismo se hizo presente y evidente

wilayaPor Daniel Cholakian

El colonialismo es una relación entre países centrales y regiones sometidas, que no sólo representan un modo de intercambio y dominio mercantil (la provisión de materias primas, mano de obra barata y recursos a precio vil desde la región colonizada hacia la metrópoli y la venta de bienes elaborados en el sentido inverso), sino también un conjunto de imposiciones culturales y legales por parte de los dominantes, ya sea por acuerdo de las burguesías dominantes en ambos lugares, sino también a través del complejo sistema de regulaciones internacionales, como por ejemplo Naciones Unidas. La relación colonial tiene la particularidad de superar al tiempo de la imposición efectiva y legal, llegando a prolongarse en los tiempos de la independencia de las regiones que fueran colonizadas.

Aún cuando parezca que esto nada tiene que ver con el cine, dos películas muy interesantes presentadas el domingo en Pantalla Pinamar dan cuenta de la complejidad que encierra y abarca la dominación colonial que proviene de antaño, pero que en el caso de la relación de dominación entre países europeos y regiones del continente africano, puede definirse que se cristalizan hacia fines del Siglo XIX.

Wilaya, producción española del director Pedro Pérez Rosado, y Por aquí todo bien de la realizadora angoleña Pocas Pascoal, son más que interesantes obras que ponen en contexto y proyección el impacto de la situación colonial en la vida, el cuerpo y la crisis en la identidad de mujeres africanas.

Wilaya cuenta la historia de una joven saharaui criada en España en una operación que significó un doble desplazamiento. Como parte de su pueblo fue confinada a campos de refugiados, cuando la dominación colonial española llegó a su fin, sin resolver en absoluto la situación del pueblo abandonado en relación con los territorios que le pertenecen (ocupados principalmente por Marruecos). Luego, desde aquel campo en el que quedara encerrada, viajará a España, como tantos niños con familias dobles, y en ese país crecerá y adquirirá una identidad occidental y una forma de vida que en absoluto tendrá relación con las condiciones en la que vivirán sus familiares en el campo en el sur de Argelia.

por aqui todo bienPor aquí todo bien es la historia de dos adolescentes angoleñas que se escaparon hacia Portugal durante la década del ochenta, mientras ocurría una violenta guerra civil que duró más de veinte años en su país. Las adolescentes deberán resolver su propia vida en Lisboa, la hostil capital del imperio colonial, sin padres ni recursos económicos para resolver las situaciones más elementales. En este caso, la colonia es el enemigo y el lugar del deseo simultáneamente, pues mientras se lo acaba de expulsar del territorio, allí se sucede una guerra civil de consecuencias devastadoras.

La particularidad de ambas películas es que no hacen explícito el discurso sobre lo político concreto, sino que lo relatan a partir de la historia de mujeres solas, abrumadas. La importancia del rol de la mujer en las obras no es menor. Dan cuenta de la condición de resistentes y a la vez productoras concretas de estrategias de supervivencia. Y que las protagonistas principales tanto en una como en otra sean hermanas, nos habla de que toda la situación de sometimiento que es cultural, material y corporal, atraviesa naturalmente el ámbito de la relación fraternal de un modo irreversible.

Wilaya hace menos evidente el contexto macropolítico al que alude solamente en un texto al comienzo y otro al final. Por aquí todo bien lejos de ser explícito, hace mayor referencia a la guerra civil que vivía Angola en el momento en que ocurre la historia. Pérez Rosado, en conferencia de prensa, comentó que su intención era dar cuenta de la cuestión humana personal, para reflejar los conflictos que la situación del pueblo saharaui vive. Identidad y condiciones materiales de vida de un pueblo quebrado, confinado, obligado a vivir de la caridad de las instituciones internacionales, son problemas fundamentales que se despliegan en su relato. Pocas Pascoal, por su parte, traza un relato de soledades, pérdidas, la dialéctica del exilio y la resistencia, el salto entre la infancia y la adultez sin escala, en una historia que tiene una fuerte impronta autobiográfica. Ella asume la identidad política de una familia que lucha por la independencia, en el camino trazado por los obreros que se levantaron en su país frente al dominio portugués en 1975. Anti capitalistas, anti colonialistas, las jóvenes Alda y María, pugnan en su interior por el deseo de protección filial, la huida hacia un mundo mejor o el retorno a la lucha por el socialismo en su país. En Wilaya la joven criada en España regresa, absolutamente occidentalizada, al campamento de refugiados donde vive su familia y el reencuentro con su hermana obliga a una reconstrucción de relaciones y aun de su propia identidad.

Ambas películas son impecables en el modo de construir los personajes y sus relaciones. Simples, concretas, completas de silencios, ambos relatos imponen en el centro a las mujeres. En Wilaya esta condición es particularmente relevante, porque en aquellos campos de refugiados el orden patriarcal, provisto por la religión pero también por las condiciones materiales históricas, es un modo de revictimizar a las mujeres víctimas del colonialismo y de los propios hombres de su comunidad. En Por aquí todo bien la mujer es un sujeto activo, pero también en las situaciones cotidianas emergentes de ese exilio forzado, subsidiaria de la voluntad varonil. Es así que la múltiple condición de sometimiento femenino, excluida por su etnia, sometida por la relación colonial y orientada por la dominación machista, hace de la situación política narradas en ambos films -propias del presente político- una compleja trama que no cesa de reproducirse. Las actuaciones son profundas, vitales, sencillas y profundamente expresivas en ambas películas. Los silencios centrales. Como afirmó Pocas Pascoal, expresar con el silencio es tal vez propio de la narrativa africana, como parte de su modo de ser y expresar. La relación colonial no sólo opera en el orden económico, sino también en este ámbito tan privado como la identidad cultural, familiar y nacional. Ese eje de dominación se hace visible en estas películas que de este modo demuestran con claridad que este tipo de dominación no concluye con la retirada del ocupante, sino que deja huellas mucho más profundas y duraderas.

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