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El impostor apasionado

Dirección: Manuel Wirzt, Evelyn Bendjeskov. Intérpretes: Martín Bossi, Vivian El Jaber, Guillermina Gimenez, Gustavo Pechetto, Lourdes Apphatie, Matias Payen. Iluminación: Héctor Aguilera. Coreografías: Ana María Zaninetti. Máscaras: Vanesa Giordano. Producción general: Diego Djeredjian. Sala: Teatro Auditórium (Boulevard Marítimo 2280)


Muy buena


Bossi, desenmascarado

Por Gisele Cebrian

Martín Bossi abrió el viernes 16 la temporada 2012 del Teatro Auditórium con el espectáculo El impostor apasionado, que se presenta de jueves a domingo a las 21:30 en la sala Astor Piazzolla. Bossi se afirma como actor y cantante, cada vez con menos máscaras.

Ya había corrido la voz la temporada anterior, cuando Bossi presentó en el mismo teatro M, el impostor. Se decía que no era sólo un espectáculo de imitaciones. En El impostor apasionado, la apuesta se duplica y Martín se anima más y más a sacarse los disfraces que lo hicieron famoso desde aquella explosiva aparición en el show de Marcelo Tinelli.

A toda orquesta, la primera es una imitación de Luis Miguel. Luego, la de Cacho Castaña y su monólogo sobre la ruina del pirata en la era de la información. El desafío actoral se incrementa cuando no es Bossi quien imita a Fito Páez, sino que el impostor esta vez es Joaquín Sabina, como un kit de muñecas rusas donde llegar a la verdad es un ejercicio paranoico.

Entre proyecciones audiovisuales y chistes de actualidad televisiva, Bossi toma unos minutos para maquillarse en público, configurando una escena íntima en la que confiesa a la platea cómo consigue la expresión facial de sus personajes e intercala esa suerte de charla informal con algunas imitaciones de personajes de actualidad: Jacobo Winograd, Marcelo Polino, Aníbal Pachano.

Lo interesante de las imitaciones de Bossi en este espectáculo es que, más allá de la caracterización, que en unos casos se logra más que en otros, consiguió captar el sentimiento de cada personaje recreado, su emoción, su sensibilidad y su debilidad. Conmueve cómo, por debajo de un Charly García “demasiado ego”, semidios, artista que supo originar una religión a su alrededor, Bossi se anima a conjeturar una inmensa inferioridad y un desamparo digno de compasión.

Guiado por la dirección actoral de Emilio Tamer, ese camino iniciado, el de lograr sacarse la careta y dejar expuesto a Martín Bossi, desemboca en un clímax, una emotiva interpretación signada por el afecto de Bossi al último personaje asaltado, ya sin maquillaje ni pelucas, sólo con un jean y en cueros.

Dirigido como en el anterior por Manuel Wirtz, nuevamente tiene la compañía de Vivian El Jaber, actriz de teatro que muchos recordarán por sus personajes de pantalla chica en Cha Cha Cha, entre otros, y que en M, el impostor ocupaba el rol de madre de Bossi. En este caso, El Jaber compone a una profesora de teatro que se presenta como la inventora desde la Torre Eiffel hasta de la atajada de Goicoechea en el Mundial 90. Una emisaria de “el Arte”, una mujer chiquita pero de enorme peso en la búsqueda filosófica del protagonista.

Ocho músicos en vivo, dos coristas y un cuerpo de baile acompañan al actor, le alcanzan el vestuario y aportan momentos musicales en los cambios de escena, bajo las órdenes de la coreógrafa Ana María Zaninetti, marplatense como los bailarines.

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