Por David Pafundi
(foto: David Pafundi)
Era de esperarse, las entradas de prensa para Herzog se agotaron, la gente empieza a hacer fila incluso antes de que abran el shopping del Abasto. Ahora no sé para qué muchos se quedan dudando qué entrada sacar y demoran al resto de la fila: la que está en la planta baja para sacar el nuevo DNI avanza mucho más rápido.
Momento de ver Ostende. Vale aclarar que me gustó poco, así que seré breve: la cosa va así, Laura se gana un sorteo para pasar unos días en un hotel en la ciudad balnearia de Ostende, mientras espera hasta el fin de semana la llegada de su novio. Sin mucho para hacer (es temporada baja, el clima es frío y ventoso) observa sigilosamente a un huésped que merodea por las instalaciones y la playa junto a dos mujeres mucho más jóvenes que él. El nivel de paranoia de Laura va en aumento, sumado posiblemente a una historia de ficción que oye en voz de un empleado (bastante molesto, tanto para la protagonista, como para el espectador) del recinto. El arribo de su novio no le calma los ánimos, conversa con él acerca de sus especulaciones respecto a los “raros” movimientos que hace el misterioso huésped pero él no la toma en cuenta. El final termina haciendo agua por todos lados, ya que en el film hay un juego con el cine de Hitchcock, pero mal aprendido. Si bien hay un par de encuadres bastante prolijos, ninguno es efectivo como para generar suspenso y esa intriga que Laura describe por medio de los diálogos con su novio en ningún momento está demostrada en las imágenes. Y es por eso que el final pierde todo efecto posible.
Cruce con compañeros de Fancinema y posterior reprogramación de la agenda del día para poder abarcar lo mejor posible el resto de las competencias. Juro que voy a patear al próximo que se mueva con un Blackberry en la mano: navegar por Internet y caminar no son actividades que puedan hacerse juntas sin entorpecer el tránsito peatonal.
Cambio de sala, el tema con el aire acondicionado tiene solución: bufanda o ver la película en la videoteca.
Veo Le cuatro voltte. Magnifico film que apuesta en un 100 % al poder de las imágenes. El relato está dividido en cuatro segmentos, sin diálogos ni intertítulos y con un solo actor, un pastor que cuida a un rebaño de cabras llevándolas a pastorear por un campo en un pequeño pueblo de Italia. Mientras el pastor muere durmiendo en su cama, la cámara queda fija en un plano amplio en el que entran y salen personajes de cuadro, demostrando una gran pericia para la puesta en escena en función de la comedia. Las cabras del pastor protagonizan el episodio siguiente, el mejor y más bello de todos: el director Frammartino se permite en este generar comedia jugando con el montaje en registro de documental. Los próximos dos están enfocados sobre un pino y su trayecto después de ser talado, pasando por un festejo regional, hasta terminar en las plantas de carbón mostrando con cuidado detalle cada uno de estos procesos.
Las pocas horas de sueño se están empezando a sentir y todavía es temprano. Un último esfuerzo para acercarme a la otra sala del Hoyts para ver Morgen.
Es el tipo de películas que deberían ver y aprender de ella tipos como Iñarritu y Campanella. El trailer y sinopsis de Morgen no prometen demasiado, uno puede pensar que es otra historia de marginalidades, con inmigrantes que la pasan mal todo el tiempo, encima es una coproducción de cuatro países. Pues no, la película de Marian Crisan es todo lo opuesto a ese cine berreta del director de Babel. Básicamente es la historia de un turco que al cruzar ilegalmente la frontera de Rumania es descubierto por Nelu, un guardia de seguridad de un supermercado. El, ante los ruegos del turco, decide protegerlo de la policía fronteriza y lo hospeda en el sótano de su granja. Ninguno de los dos habla el idioma del otro, lo único que logra interpretar Nelu es que el extranjero debe cruzar a Alemania para ver a su familia, y acepta dinero de este para seguir manteniéndolo oculto a condición de que trabaje en su granja. La policía de frontera sospecha de Nelu y empieza a presionarlo para que les dé información, lo que da pie a que se desaten varias situaciones (con sus buenos momentos de comedia) en los que harán lo imposible para que cumpla su objetivo. Los méritos del film rumano están en la fluida narración sin necesidad del golpe de efecto, la demagogia o el trazo grueso. Hay denuncia de la situación de los inmigrantes y sus conflictos, pero retratado de forma real sin bajada de línea. El cine rumano va sumando referentes.
Grave error elegir una sala fuera del complejo del Abasto, más si el lugar es el Complejo Cultural 25 de Mayo, y peor aún si sigue en construcción la ampliación (y ya van años varios) del Subte B. Se proyectaba The ballad of Genesis and Lady Jaye, de la cual ya habló maravillas Daniel Cholakian (pueden leerlo acá).
Cruzar hasta la otra punta de la ciudad valió la pena, lo que sí conviene quedarse a hacer función doble en el complejo. Desde mi última visita (BAFICI 2008) el teatro ha mejorado bastante.
Cambio y fuera.