Título original: The King’s Speech
Origen: Reino Unido
Director: Tom Hooper
Reparto: Colin Firth, Geoffrey Rush, Helena Bonham Carter, Timothy Spall, Guy Pearce, Michael Gambon
Guión: David Seidle
Fotografía: Danny Cohen
Montaje: Tariq Anwar
Música: Alexandre Desplat
Duración: 118 minutos
Año: 2010
5 puntos
Parte de la maquinaria
Por Daniel Cholakian
Un modelo industrial desarrollado es capaz de crear productos para cada mercado y cada momento. El discurso del rey es un típico producto industrial para los tiempos del Oscar, y de la seguidilla de los premios previos a los que otorga “la academia”. Cuidada reconstrucción de época; presentación de un sujeto que en situaciones extremas logra superar sus propios límites; adyuvante ajeno al régimen de verdad dominante (o sea un loquito suelto); la Historia (con mayúsculas) como marco para el desarrollo de una épica individual, que se hace colectiva. Estos elementos, estructurantes de El discurso del rey, año a año se reiteran en alguna de las películas favoritas para ganar las estatuillas, que tanto reportan en dinero presente y a futuro.
La película cuenta, desde la perspectiva personal y atravesada por su problema expresivo, el ascenso al reinado de la corona británica de Jorge VI. Albert, tal era el nombre de pila de quien sería rey, sufría por la tartamudez que solía hacerlo presa cuando debía hablar en público. Su padre, el rey Jorge V, había introducido la práctica de hablar por la radio al pueblo, en un modo novedoso de utilizar la tecnología. Estos momentos, especialmente el mensaje público navideño, representaba uno de los mayores padecimientos del príncipe. Aun cuando su hermano Eduardo era el heredero natural, su rol lo obligaba de todos modos a los discursos públicos. Pero cuando su hermano abdica el trono a su favor, la situación se torna angustiante. Lionel Logue, un hábil terapeuta de la voz, heterodoxo y ajeno a la academia, será su principal aliado en la lucha contra esa limitación fónica. Lo que termina construyendo la narración, es la historia de un hombre que lucha contra sus propias limitaciones, logrando convertirse en el estadista necesario para hacerse cargo de la corona, en uno de los momentos más críticos del siglo XX.
Colin Firth ganará el Oscar como mejor actor protagónico (poco importa si esto se verifica o no, lo que importa es lo verosímil de tal afirmación). Lo importante es que ha desarrollado una actuación para lograrlo. No es su mejor actuación. Es la más histriónica, la más ajustada a un régimen de expresión actoral dominante, en el marco de una producción industrial que regula los valores estéticos de un sistema expresivo. Pues, cada año al entregar los premios de “la academia”, la industria estadounidense define cuales son los modos correctos de narrar, los temas que cuentan, los sistemas estéticos, los códigos actorales dignos de ser copiados y los registros plásticos se corresponden con los modos “correctos” de ver lo real. Cada año se define (se vuelve a definir, se reproduce) el canon. Y en tal operación, se define, por contrario sensu, aquello que no es deseable en el mundo de lo cinematográfico.
El discurso del rey es una película regular. Un predecible producto del sistema del espectáculo global. No aburre por la destacable gracia actoral que tanto Firth como Rush despliegan (cuando utilizo la palabra gracia, no refiero a la comicidad, sino a la capacidad de hacer atractivo el juego actoral conjunto). Por el resto, aun cuando pretende aproximarse a contar la Historia, es una película absolutamente olvidable.
No coincido en lo mas minimo con esta critica. Falto que pusiera es «una tipica pelicula inglesa». Creo que las actuaciones de Firth y Rush son excepcionales y las escenas compartidas memorables. No me aburrió en absoluto.
Fermdq, ante todo gracias por comentar.
Me parece que en algo coincidimos. Yo escribí que película «No aburre por la destacable gracia actoral que tanto Firth como Rush despliegan (cuando utilizo la palabra gracia, no refiero a la comicidad, sino a la capacidad de hacer atractivo el juego actoral conjunto)». Yo tampoco me aburrí. No considero a las actuaciones memorables como vos, pero si bien construidas, especialmente para el tipo de película en la que se presentan.
Si se entendió que la película es aburrida, me rectifico, no es aburrida.
No puse que la considero una típica película inglesa, porque, más allá de que no sería parte de mi estilo de escritura, no creo que haya un típico cine inglés. El cine inglés tiene un movimiento incesante e interesante, que desde los años 20 para acá, ha dado momentos intensos, como por ejemplo los tardíos noventa.
Por otra parte gran parte de quienes participan en su producción son parte de las grandes producciones de Hollywood, empezando por sus productores ejecutivos, los hermanos Weinstein, pero también por dos sujetos claves: el músico Alexander Desplat y el montajista Tariq Anwar. De modo que no es una película inglesa, si en tal caso, de la industria global, dominada estética y financieramente por grupos vinculados a «la meca del cine».
Eso si, y esto es una opinión absolutamente personal, para mi esta película es profunda, absoluta, perfectamente predecible. Y olvidable como tantas y tantas otras películas. Eso lo suscribo ante el mismisimo rey tarta, si hicera falta.
El crítico desconoce la génesis de la película y piensa que los Weistein participaron en esta película como en sus épocas de Miramax.
Esta película no es una producción de Miramax sino de una pequeña productora inglesa llamada Bedlam Productions / See Saw Films asociada con The Weinstein Company (USA) y Momentum Pictures (UK) entre otros.
http://www.bedlamproductions.co.uk/ y http://see-saw-films.com/
¿ PORQUE NO FUE UN PRODUCTO PARA LOS OSCARS ?
El guionista de la película, David Seidler, con sus 74 años es el ganador más viejo del Oscar en esa categoría, un honor de dudosa categoría. Seidler empezó a escribir sobre George VI (el personaje que encarna Colin Firth) en la década del ’80 cuando contactó al único hijo que quedaba con vida de Lionel Logue (que falleció en 1953 y es el personaje que encarna Geoffrey Rush). El contacto fue en 1981 y Seidler abandonó el proyecto en 1982 ya que la condición para seguir adelante con el mismo era que no lo hiciera mientras la Reina Madre (el personaje de Helena Bonham Carter) estuviera con vida.
La Reina Madre falleció en 2002 y recién en 2005 David retomó el proyecto, mientras sufría una cáncer de garganta escribió el guión y a sugerencia de su esposa lo re-escribio como una obra de teatro como un mero ejercicio para que no se preocupara por las distracciones impuestas por la técnica cinematográfica. Seidler, nacido en inglaterra y que llegó a Estados Unidos a los 40 años, descubrió durante su investigación que su tío había sido tartamudo y había sido paciente de Lionel Logue al igual que George VI.
Su labor como guinosta desde los años ’80s en adelante ha sido principalmente en películas para la TV como Malice in Wonderland (1985) con la recientemente fallecida Elizabeth Taylor, la película sobre Onassis de 1988 con Raul Julia y Jane Seymour, co-autor de Tucker (1988) película de Coppola con Jeff Bridges y Joan Allen, algunas películas infantiles y un par de bodrios para la TV con David Carradine. Su triunfo en los BAFTA awards y en el Oscar son un premio a una idea que tuvo hace más de 30 años.
Pudo haber sido una película para la TV inglesa, pero la mediocridad del cine americano la convirtió en película de cine y al competir con ese mercado tan gastado terminó ganando fácil. En otra época, sin duda algó así no hubiera pasado. Hoy día, lo vas a ver cada vez más seguido. Lo artesanal vence a la máquina de picar carne. Un saludo.