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Berlín 2011: la competencia tuvo una buena apertura

La directora argentina Paula Markovitch abrió hoy el amplio paseo por el cine latinoamericano que ofrecerá la 61ª Berlinale con el estreno a concurso de El premio, una visión literaria del cine aplicada los estragos causados por la dictadura.

A Markovitch le correspondió el desafío de compartir la primera jornada a concurso del festival con otro debutante en la dirección, el estadounidense JC Chandor y su Margin call.

Mientras su colega de EE.UU. presentó un filme centrado en el Wall Street despiadado de los activos tóxicos, apuntalado en Jeremy Irons, Kevin Spacey y un batallón de grandes nombres, la cineasta argentina, afincada en México, lo hizo desde la simplicidad y a través de una niña de siete años, Paula Galinelli Hertzog.

«Entiendo el cine como un género literario, con pocas imágenes, pero cargadas de simbología y fuerza», explicó Markovitch, tras el pase para la prensa, respecto a un film que discurre en una casa entre dunas azotadas por el viento y en una escuela destartalada.

Ceci, la niña, y su madre -Laura Agorreca-, así como la maestra -Vivianna Suraniti- y la compañera de pupitre -Sharon Herrera- son los instrumentos con los que se teje el sensible relato fílmico de esa madre e hija que duermen vestidas, puesto que por la casa se cuelan el viento, la arena y hasta el mar, cuando sube la marea.

Ambas viven ahí semiocultas y lo primero que la niña aprende es que, a quien le pregunte en la escuela, sólo debe responder que papá vende cortinas en Buenos Aires.

Papá no vende cortinas, se le presume desaparecido o tal vez muerto, puesto que no escribe. Madre e hija entierran sus libros en la arena, a modo de metáfora de la dictadura no tan alejada de su playa de dunas que serían idílicas, si no fuera porque las circunstancias son las que son,

Ahí discurre su mundo, hasta que Ceci participa en un concurso de redacción en su escuela sobre el tema qué es el Ejército. Colocará a su madre al borde del abismo a través de cuatro frases infantiles, reflejo de lo que hizo con los suyos la Junta Militar.

«Es una película con muchas referencias autobiográficas», explicó Markovitch, nacida en Buenos Aires en mayo del 1968 y cuya infancia transcurrió entre la provincia de San Clemente del Tuyú y Córdoba, adonde se trasladaron sus padres.

Markovitch debuta en la dirección con ese film pero estaba incluida en la nómina de la Berlinale como guionista del Lake Tahoe, el film del mexicano Fernando Eimbke que en 2008 ganó el premio Alfred Bauer del festival.

Afincada en México, su película es de producción mexicana, alemana, francesa y polaca, pero no argentina, puesto que, según explicó, no encontró productor allí que la respaldara.

Su filme, muy a la medida de los gustos del director de la Berlinale, Dieter Kosslick, admirador confeso de las historias contadas por mujeres y del cine argentino, abrió el panorama de cine de su país.

JEREMY IRONS Y LA MORALIDAD

El actor británico Jeremy Irons pidió hoy «moralidad» al sector financiero en la presentación de la película Margin call, una cinta sobre los primeros compases de la crisis que se proyectó dentro de la sección oficial de la Berlinale.

«Muchos banqueros actúan de forma inmoral. No podemos crecer de forma permanente en un mundo de recursos limitados. Necesitamos la moralidad», aseguró Irons en la rueda de prensa que siguió a la proyección del filme en Berlín, en la que también se encontraba el coprotagonista y oscarizado Kevin Spacey.

El thriller del director debutante J.C. Chandor relata las intensas horas que siguen al descubrimiento en el seno de una firma inversora de Wall Street de la irreversible situación financiera en la que se encuentran por la compra y venta de activos tóxicos.

Los protagonistas, desde el más alto ejecutivo al último vendedor, muestran un amplio abanico de reacciones frente a la noticia, desde el llanto hasta el mantenimiento de una tozuda avaricia, pasando por la sumisión laboral, la rebeldía, la decepción y el desconcierto.

«En la mayoría de los casos, esta gente que mostramos en la película era gente normal. Gente que tenía que seguir las órdenes de sus jefes. La película muestra el lado humano (de Wall Street) en la crisis de 2008», apuntó Chandor.

Añadió que no considera que haya una «excesiva avaricia» en el sector financiero mundial, sino que «hay un poco en cada persona», porque la cultura capitalista, especialmente en Estados Unidos, está intrínsecamente ligada a esta actitud.

A juicio del realizador, estas «interpretaciones tan humanas» sirven para explicar los «resultados catastróficos» de la crisis.

DESCARTAN TROPA DE ELITE 3

El director brasileño José Padilha descartó hoy la posibilidad de rodar una tercera parte de Tropa de elite, pese al rotundo éxito en América Latina de la segunda, que participa en la sección Panorama de la Berlinale.

«No sé por dónde podría ir una tercera película porque no la va a haber. Ya he contado todo lo que quería decir sobre la violencia», afirmó Padilha al ser interrogado al respecto en la rueda de prensa posterior a la proyección de su película en el festival de Berlín.

El largometraje, que se ha convertido ya en la película que más ha recaudado en toda América Latina tras superar a Avatar recientemente, relata la historia de un activista pro derechos humanos que llega a convertirse en político local y entra en contacto con el protagonista de la primera parte, el violento jefe de un grupo de policial de operaciones especiales.

A juicio del realizador, esta segunda parte, que «se complementa muy bien» con la primera, explora la corrupción que padece la policía brasileña desde otro punto de vista, porque aquí quedan visibles las manipulaciones políticas.

«Si la primera película hablaba de las relaciones entre la policía y los traficantes, esta segunda va más allá y cuenta las relaciones entre policías y políticos, y cómo los políticos manipulan a la policía para lograr sus intereses», argumentó Padilha.

(Fuente: EFE)

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