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No mires para abajo

Festival de sexo tántrico

Por Brian Macchi


4 puntos


Según el diccionario, el Tantra es un conjunto de escritos y prácticas hindúes y budistas, que ponen especial énfasis en el culto de la energía femenina, en las prácticas de yoga a veces extremas, y en la exaltación del mundo como medio para alcanzar la iluminación. El sexo tántrico se enmarca en el contexto del Tantra. Era originalmente una práctica abierta a todos, sin distinción de castas que permitía acceder a la trascendencia. Dentro de las premisas fundamentales estaba el respeto incondicional por todos y la libertad por igual para todos los seres humanos.

Esta técnica milenaria, más allá que en los últimos tiempos ha sido más conocida, sigue provocando duda e incertidumbre dentro de los hombres y mujeres. Quizás Eliseo Subiela decidió mostrar como es realmente esta practica e ideó No mires para abajo, en la cual el 90% del film esun festival de sexo tántrico.

En esta producción, Eloy es un adolescente de 19 años que trabaja junto a sus padres repartiendo «ángeles», lápidas y figuras ornamentales en las sepulturas que atiende el negocio familiar, en el cementerio de la ciudad. Al morir su padre, el joven ve acelerar el tiempo que lo lleva a la  adultez en un mundo hostil y ajeno. Durante este proceso, conoce a Elvira y mediante el aprendizaje de ciertas prácticas sexuales, accederá a zonas desconocidas de su espíritu y de la realidad.

La cinta inicia con una veloz pero precisa presentación de personajes y el contexto en que viven éstos, para pasar rápidamente a exhibir la relación entre Eloy y Elvira. Quizás en esta apertura y en el resto de los instantes donde el vínculo de ésta pareja pasa a un segundo plano, se encuentra lo mejor del film.

Es que en esos momentos, Subiela exhibe su demencial pero bella poesía, como cuando los muertos salen a tomar aire a la vereda y se sientan uno al lado del otro haciendo un extraño gesto. Aquí, el director demuestra su talento más allá que al espectador no le agrade lo que observa, ya que sus parlamentos son incongruentes pero tienen sentido en lo poético.

No obstante, estos breves pincelazos no son más que eso, una pequeña muestra de color, porque el resto del trabajo se dedica a exhibir como se aplica el tantra en el sexo y que efectos positivos puede tener en una pareja. Por instantes, parece ser un documental más que una ficción, siendo un contrasentido entre la imagen sensible y emotiva (por una gran labor de fotografía) y el contenido guional de la escena.

Mas allá de aplaudirse el valor por mostrar actos eróticos de una forma natural y humana, que se encuentran a años luz de lo pornográfico, esta porción mayoritaria de la película termina por aburrir y cansar, ya que no termina por arribar a ninguna conclusión más que ver a un hombre y una mujer desnudos realizando diferentes posiciones sexuales. En esta característica se encuentra la principal falla de la cinta, al no existir una historia concreta que respalde las imágenes, convirtiéndose en sólo eso, imágenes y nada más.

A pesar de la enorme valía de los trabajos de Subiela, a esta producción le faltaron elementos primordiales para convertir a No mires para abajo en otro film destacado del director. Debería haber colocado “cimientos firmes” para que la estructura fuera consistente, con pincelazos aislados no alcanza para erigir una construcción fuerte.

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