Michael Mann retorna con un biopic que ratifica su visión sobre el profesionalismo, tan amarga como coherente, en un relato donde lo personal y cultural juegan roles decisivos.
Esta película funciona como homenaje, pero también como renovación de viejos subgéneros del terror. Y, también, para descubrir cómo Eli Roth mejoró como narrador.
Una secuela a la que le cuesta una enormidad plantear su conflicto y que después no construye un mecanismo narrativo realmente productivo, que justifique su existencia.
Tenía 43 años y fue hallada muerta en su casa. Había abandonado el cine en 1994, y su rol más conocido fue el de aquella comedia romántica junto a Patrick Dempsey.