Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Si hay algo que ya es marco registrada de Tulsa King es su voluntad de ir siempre al hueso, sin muchas vueltas. El comienzo de su tercera temporada, Blood and bourbon, coescrito por Sylvester Stallone junto a Dave Erickson, y dirigido por Jim McKay, es un buen ejemplo de esto, ya desde sus primeros minutos. El arranque muestra a Dwight (Stallone), quizás por primera vez realmente vulnerable, en manos de Musso (Kevin Pollak), un agente del FBI que lo tenía en la mira hace años y que le ordena que, a partir de ahora, funcione como su informante, porque sino va a encarcelar a todos los que rodean al protagonista. Sigue un llamado de Ray Renzetti (James Russo), un jefe mafioso de alto nivel y Dwight dice algo tipo “no me dejan en paz”, indudablemente cansado de tantas presiones y con un mal presentimiento que se revela acertado. Porque Ray podrá tener modales amigables y le ofrece territorio propio en Nueva York, pero cuando Dwight rechaza la oferta, la cosa se pone espesa y con amenazas apenas veladas. En ese contexto, hay una escena muy notable en la que Margaret (Dana Delany) le deja en claro a Dwight que ella es la que va a decidir si alejarse o no de él, lo que ratifica su condición de mujer de carácter y hasta indomable. Aunque también hay que convenir que Dwight elige y se mete en problemas y conflictos él solito: por un lado, con una subtrama entre graciosa y tensa, donde una entrega de dinero a la gente de Bill Bevilaqua lleva a una sucesión de equívocos bastante insólitos y luego a una escena donde Bodhi (Martin Starr) se pone los pantalones y le apunta con un arma a un secuaz de Bevilaqua que mató a su amigo. La de Bohdi es una jugada tan inesperada como arriesgada, que sin embargo obtiene el respaldo de Dwight frente a las quejas de Bevilaqua. Por otro, si una crisis puede ser una oportunidad, también puede ser al revés: ahí tenemos entonces el reencuentro de Mitch (Garrett Hedlund) con Cleo (Bella Heathcote), una antigua novia cuyo padre está por vender su destilería de alcohol. El único comprador posible es un tal Jeremiah Dunmire, que tiene fama de ser temible, hasta que Dwight aparece en escena para ofrecerse como un comprador mucho más amistoso. Claro que en los últimos minutos entendemos que Dunmire tiene su fama bien ganada: su discurso religioso severo es la plataforma para acciones despiadadas y un castigo letal al padre de Cleo. El personaje interpretado Robert Patrick promete ser un antagonista complicado para Dwight, principalmente por lo convencido que está de sus acciones. Blood and bourbon hizo un buen trabajo presentando los múltiples obstáculos con los que deberá lidiar el Rey de Tulsa si quiere conservar su trono. El desafío ahora será cumplir con las expectativas.
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