–Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Ya ingresando en la segunda mitad de su tercera temporada, Tulsa King presentó aquí un capítulo que en parte fue de transición, aunque un giro sobre el final la hizo ir un poco más allá. Bubbles, con Joe Chappelle nuevamente a cargo de la dirección, muestra a Dwight (Sylvester Stallone) tratando de mantenerse en el negocio del bourbon, aunque ahora por vías ilegales, postergando la legitimación que tanto ansiaba. Por eso es que monta una operación que implica viajes clandestinos realizados por Mitch (Garrett Hedlund) y Cleo (Bella Heathcote) por un lado, y Bodhi (Martin Starr) y Grace (McKenna Quigley Harrington), por el otro. Claro que ahí estará acechando Jeremiah Dunmire (Robert Patrick), con su hijo Cole (Beau Knapp) cumpliendo sus órdenes. Mitch y Cleo tendrán más dificultades, teniendo que lidiar con un patrullero enviado por Cole, al cual consiguen reducir de forma un tanto tonta, pero igualmente efectiva. Aunque el verdadero conflicto para ambos cómo el futuro luce difuso y hasta pesimista, especialmente para Cleo, que está cada vez más dispuesta a largarse de Tulsa en cuanto pueda. El viaje de Bodhi y Grace será más tranquilo, y eso les permitirá intercambiar impresiones sobre el lazo de lealtad que los une con Dwight, lo que les ha permitido naturalizar los riesgos constantes que afrontan. Sin embargo, estará sobrevolando la inquietud sobre el paradero de Bevilaqua (Frank Grillo) a partir de un intercambio telefónico con uno de sus secuaces. Es Bevilaqua -de quien nos enteramos en una breve secuencia que está en manos del Agente Especial Musso (Kevin Pollak)- la causa principal de que a Dwight no le quede otra que acordar una reunión con Quiet Ray (James Russo), del que ya está más que claro que es un tipo de temer. No solo por lo que Dwight le cuenta a Tyson (Jay Will), sino por algunas actitudes suyas que muestran que puede ir rápidamente de un tono amistoso a otro mucho más amenazante e intimidatorio. El encuentro entre esas dos personalidades no irá nada bien, no solo porque Quiet Ray le exige a Dwight un porcentaje exorbitante de sus negocios, sino también porque Dwight piensa que la desaparición de Bevilaqua fue ejecutada por Ray. Y todo termina de descarrilar cuando Cole, junto con un secuaz, irrumpen en el bar tratando de matar a Dwight, que logra salvarse con lo justo. Nadie sale realmente herido, pero los puentes están detonados: Dwight, que acaba de enterarse de que Armand ha sido encontrado muerto en un aparente suicidio, llama por teléfono a Ray, que elige no contestar. A Dwight se le acaba de abrir otro frente, y uno significativo. Nuevamente con un episodio desparejo y algo derivativo, Tulsa King se las arregló para seguir elevando las apuestas, aunque le está costando mantener el nivel del arranque de la temporada.
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