Título original: Idem // Origen: Argentina // Dirección: Morena Fernández Quinteros // Guión: Morena Fernández Quinteros, Juan Cavoti // Intérpretes: Miranda De La Serna, Zoe Hochbaum, Lali Espósito, Ariel Staltari, Manu Fanego, Juan Grandinetti, Valentín Wein, Simon Saieg, Brian Sichel // Fotografía: Luciano Badaracco // Montaje: Rosario Suárez // Música: Mauro De Tomasso, Juan Giménez Kuj // Duración: 70 minutos // Año: 2025 //
6 puntos
EL FINAL DE LA INOCENCIA
Por Patricio Beltrami
Toni (Miranda De La Serna) y Lena (Zoe Hochbaum) son dos jóvenes amigas que pasan sus días en Bariloche mientras sueñan con dejar sus trabajos en un restaurante para cumplir el sueño de vivir en Europa. Bajo esta premisa, Verano trippin se presenta como un coming of age que transita el sendero de la comedia con tono amable y descontracturado, en línea con un elemento fundamental para la historia: la marihuana. Lejos del costumbrismo que abunda en las producciones nacionales, la primera mitad de la película fluye muy bien en un registro más emparentado con el stoner de la Nueva Comedia Americana. Sin embargo, una serie de giros provocan que el relato termine asumiéndose como otro thriller situado en la Patagonia. Si bien el final es demasiado abrupto, también funciona como ese golpe de realidad que representa el final de la inocencia.
Verano trippin transita sus minutos más interesantes en la primera parte de la historia. A lo largo de ese pasaje, el coming of age trascurre virtuosamente al ritmo de la libertad, el disfrute y el deseo de un grupo de protagonistas que atraviesa sus primeros años de adultez. Durante ese lapso el relato se alimenta de los sueños, la inocencia, la aventura y la travesura para erigirse como una sumatoria de momentos que pronto serán los recuerdos felices del último verano en casa. Si bien la llegada del peligro era inminente promediando la media hora de metraje, en ese momento la película abandona por completo su pertenencia a la comedia para convertirse en un thriller. Del juego con la marihuana en línea con Pineapple Express, el largometraje se vuelve un drama estilo Ozark, incorporando drogas duras, narcos, policías y sociedades secretas para exterminar lo lúdico y lo humano.
En ese marco, el relato pierde frescura, por lo que comienza a transitar algunos lugares comunes del thriller. En ese sentido, la aparición de la villana que interpreta Lali Espósito marca un punto de inflexión. Más allá de una correcta actuación, su presencia no alcanza para representar el mal que encarna, por lo que se propone un clima de silencios y tensiones para darle sentido a la puesta. Lo que había iniciado como la última travesura de juventud se transforma en una pesadilla: el ingreso al mundo de la adultez desde sus territorios más violentos, con el pecado que ciertos discursos reiteran aquello que se había configurado desde las imágenes. En su vertiginoso último arco, Verano trippin no sólo no termina de incorporar varios elementos que se presumían relevantes para la historia, sino que también acelera demasiado hacia el clímax para concluir de manera abrupta. Igualmente, en ese cierre se afianzan esas sensaciones de impotencia, crueldad y temor ante el castigo desproporcionado recibido por dos amigas que sólo tenían un sueño. En fin, se trata de una brutal bienvenida al resto de sus vidas.
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