Título original: Black phone 2 // Origen: EE.UU. / Canadá // Dirección: Scott Derrickson // Guión: Scott Derrickson, C. Robert Cargill, basado en personajes creados por Joe Hill // Intérpretes: Mason Thames, Ethan Hawke, Madeleine McGraw, Jeremy Davies, Miguel Mora, Arianna Rivas, James Ransone, Demián Bichir, Anna Lore, Simon Webster, Maev Beaty, Jacob Moran, Chase B. Robertson, Graham Abbey, Dexter Bolduc, Shepherd Munroe, Jazlyn Wong-lee // Fotografía: Pär M. Ekberg // Edición: Louise Ford // Música: Atticus Derrickson // Duración: 114 minutos // Año: 2025
7 puntos
LOS HERMANOS SEAN UNIDOS
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Si ya El teléfono negro era una historia de hermandad tras su argumento ligado al terror, su continuación redobla la apuesta. Sin embargo, Teléfono negro 2 está bastante lejos de ser una repetición, porque en verdad lo que hace es profundizar en la mitología creada por su antecesora y hasta crear un camino estético nuevo. Uno que se alimenta de influencias notorias, pero capaz de mostrarse original y potente a pesar de exhibir unos cuantos desniveles.
El concepto en el que se apoya Teléfono negro 2 es bastante simple, a tal punto que el coguionista C. Robert Cargill lo resumió en una sola frase aportada por el escritor Joe Hill, cuyo relato fue adaptado en el primer film: «un teléfono suena, Finney contesta, y es el Grabber llamando desde el infierno». Y es exactamente eso, la historia de un asesino serial buscando venganza desde el más allá contra quien fue su joven verdugo. Aunque hay un giro adicional, porque la vía principal que elige es invadir los sueños de su hermana Gwen (y transformarlos en pesadillas cada vez más cruentas, que son a la vez pistas a hechos pasados ciertamente horrorosos. Si esto nos recuerda bastante a la premisa de Pesadilla en lo profundo de la noche, con el personaje interpretado por Ethan Hawke convertido en una especie de Freddie Kruger, el film de Scott Derrickson se hace cargo de esto desde la puesta en escena y hasta busca convertirse en una especie de remake no oficial del clásico de Wes Craven. Claro que lo hace por recovecos distintos, que lo posicionan en otro lugar.
Porque los primeros minutos, más allá de una escena inicial que nos introduce en un ambiente de incertidumbre que se irá profundizando a medida que avance el metraje, son más de duelo y angustia, de un quedarse aferrado a un evento pasado que define un presente. Ese presente es el de Finney (Mason Thames), que pareciera haberse quedado en ese cuarto donde estuvo secuestrado y que solo busca formas de evadirse mediante la marihuana o el ejercicio de la violencia. Cuando las pesadillas de Gwen (Madeleine McGraw) empiecen a cobrar un significado más patente, el relato se trasladará de espacio, hacia un campamento religioso en el que sucedieron hechos terribles que, progresivamente, irán mostrando una importante conexión con el pasado familiar. Es decir, con una figura materna ausente a la que se recordaba con melancolía y a la vez vergüenza, y que alimentaba la incomunicación con el padre (Jeremy Davies).
Uno de los méritos de Teléfono negro 2 es que cambia de protagonista, pero ese giro no saca a la película ni a los personajes de su eje. Gwen, junto con sus pesadillas, pasa progresivamente a ser el eje principal de la trama, lo cual no implica un relegamiento de Finney, sino un corrimiento a una especie de coprotagónico y una inversión respecto a la primera parte. Derrickson se muestra muy hábil para crear tensión, jugando estéticamente con filmaciones en Súper 8 para fomentar la inestabilidad en las secuencias oníricas y consigue que esa combinación entre drama familiar e historia de terror sea no solo creíble, sino consistente y hasta angustiante en unos cuantos pasajes, especialmente los iniciales, que despliegan una cantidad limitada de información.
Lamentablemente, hacia los minutos finales, cuando tiene que resolver el misterio detrás de las pesadillas de Gwen y arribar a una resolución, Teléfono negro 2 se muestra algo floja de papeles y algo redundante en las explicaciones. Allí, tanto la incertidumbre como la inquietud ceden bastante espacio, lo que le resta impacto a la confrontación final entre los protagonistas y ese villano entre temible y caricaturesco que es el Grabber. Pero por suerte se sostiene lo esencial, que ese relato de dos hermanos sosteniéndose mutuamente y redescubriendo sus identidades. Teléfono negro 2 logra sentar las bases para transformarse en una franquicia, aunque para concretar ese objetivo va a necesitar que la hermandad continúa siendo su foco principal.
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