
Por Patricio Beltrami
NdR: este artículo contiene spoilers.
La primera temporada de Daredevil: born again terminó con aires de derrota a lo El imperio contraataca. Si bien el noveno capítulo demuestra que la historia había sido creada como una larga temporada, esta primera parte estableció el ascenso del todopoderoso alcalde Kingpin/ Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio). Otra vez se nota la mano de Justin Benson y Aaron Moorhead para darle mayor densidad narrativa y más vuelo desde la puesta en escena, logrando que el ambiente de violencia y sangre se manifieste en brutales secuencias de acción y un cúmulo de conflictos personales que pesan sobre los héroes, cimentando la caída de una ciudad hacia el infierno. Guionado por Heather Bellson y Dario Scardapane y dirigido por Benson y Moorhead, Straight to hell inicia con un prólogo: Vanessa (Ayelet Zurer) aprovechándose del sedado Ben Poindexter/Bullseye (Wilson Bethel) para que asesine a Foggy Nelson (Elden Henson). Tras sobrevivir al disparo de Bullseye, Matt Murdock (Charlie Cox) termina de romper su relación con Heather (Margarita Levieva) al confundirla con Karen Page (Deborah Ann Woll). Con el atentado como excusa, Fisk desata el caos sobre Nueva York: ley marcial, represión y caza de enmascarados mientras amenaza y secuestra a sus detractores. Además, ordena el asesinato de Murdock para que sirva como mártir. El reino del terror de Kingpin crecerá hacia el final de Straight to hell. En su casa, el malherido Murdock halla a Punisher/Frank Castle (Jon Bernthal) quien lo protege contra un grupo de la Fuerza Antivigilantes. Aunque no son rivales para Daredevil y Punisher, descubren que Cole North (Jeremy Isaiah Earl) portaba las balas halladas junto al cadáver del Tigre Blanco (Kamar De Los Reyes). En espacios reducidos, el juego de cámaras se combina con una coreografía ajustada para que la puesta en escena del violento pasaje evoque los viejos días de golpes y sangre de la Daredevil original. Ante una nueva ola de enemigos, Murdock y Castle escapan del lugar junto a Karen. En ese marco, la dinámica del trío permanece intacta, permitiendo que el relato respire en pasos de comedia, miradas cómplices, sarcasmo y distancias impostadas. Desde allí, Straight to hell se encamina hacia el final. En los archivos de Foggy, Matt y Karen descubren que la reforma del puerto escondía la legalización del imperio criminal del Kingpin. Solo, Castle entra al puerto masacrando a los hombres de Fisk hasta que lo noquean. Atado a una silla, Powell (Hamish Allan-Headley) y sus hombres vestidos con el logo The Punisher le ofrecen unirse a ellos pero el antihéroe los desprecia sabiendo que la golpiza sería el menor de los castigos que recibiría. Mientras los asesores cazan opositores, envían al puerto al jefe Gallo (Michael Gaston) como prisionero y, tras amenazarlo, Kingpin le revienta el cráneo con sus manos. Ante ello, Matt y Karen comprenden que la batalla ya estaba perdida y que necesitarán un ejército para derrotar al Kingpin. En la mañana, Fisk envía un mensaje a la ciudadanía para celebrar que la ciudad haya sobrevivido al caos. Además, instaura la ley marcial y endurece la cacería de los enmascarados. Tras sumar a Heather a su gobierno, se ve a su guarida convertida en un centro de detención clandestino donde enjaula a enemigos y enmascarados, como Castle y Jack Duquesne (Tony Dalton). Vestido de Daredevil, Murdock se presenta ante el pequeño ejército con el que luchará contra Fisk: Karen, unos pocos policías honestos y la esperanza de que los habitantes de la ciudad se levantarán ante el terrorífico y corrupto régimen del Kingpin. En la escena postcréditos, Punisher engaña a un carcelero para romperle el brazo y escapar de la jaula. Algo más largo que el resto, Straight to hell fue un muy buen capítulo para cerrar la temporada. Si bien la cuota de violencia y sangre estuvo cumplida al nivel de la serie original y se cerraron varios arcos y subtramas que habían dado vueltas toda la temporada, los autores optaron por postergar la batalla entre Daredevil y Kingpin para 2026. En un enfoque bastante verosímil teniendo en cuenta que no es una política de estado del Universo Marvel, este último capítulo ha presentado aquello que la serie había contado desde su inicio: la victoria del Kingpin. De hecho, el villano favorito ha sido inteligente y paciente en la construcción de su poder, la reformulación de su imagen pública, y ha dado los golpes justos en el momento adecuado para evitar que su némesis le desbarate sus planes. Justamente, ese Daredevil: born again no sólo fue un guiño al rescate de la serie o a las historias del cómic, sino que literalmente ha titulado el renacer del villano más poderoso de Nueva York y del justiciero más incorruptible de la ciudad. Ese clima de impunidad, resignación e indefensión que deja Straight to hell, incluso en los propios héroes, explica que la reescritura del proyecto contemplaba algo más grande que ser sólo una serie sobre juicios con villanos de la semana, desconectada de todas las grandes historias que habían ocurrido en el Hell’s Kitchen de Netflix.
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