
Título original: Geu sijeol, uriga johahaetdeon sonyeo // Origen: Corea del Sur // Dirección: Cho Young-Myoung // Guión: Cho Young-Myoung, basado en la novela de Giddens Ko // Intérpretes: Jung Jinyoung, Kim Da-Huyn, Lee Min-goo // Fotografía: Hong Jae-Sik // Montaje: Kim Man-geun // Diseño de producción: Jung Sung-Kyun // Duración: 101 minutos // Año: 2024 //
4 puntos
LA NATURALIZACIÓN DE LOS ESTEREOTIPOS
Por Guillermo Colantonio
Generalmente, cuando se abordan películas del estilo de La niña de mis ojos, las reseñas se amparan en lo que podríamos llamar un marco genérico y algunos tecnicismos, como si eso las redimiera. Entonces, coming of age, K-Pop, K-Drama y hallyu son palabras que aparecen en primer plano, como estampas tranquilizantes, como si esas etiquetas de consumo justificaran cualquier cosa. Ni hablar de sustantivos como ternura, dulzura y alguna abstracción más de esas que están a mano. La cuestión es que esta historia de amor adolescente, basada en una novela taiwanesa y protagonizada por dos jóvenes ex miembros de populares grupos musicales, no hace más que subestimar a los espectadores, aún a aquellos a quienes supuestamente está principalmente consagrada. Lo que a primera vista asoma como naturalidad en la representación de situaciones y personajes no es más que la naturalización de estereotipos de estudiantes que inician el camino a la adultez.
Estamos en el contexto del Mundial de Fútbol Corea-Japón de 2002, de cuya selección argentina y técnico prefiero olvidar. Vemos a un grupo de alumnos cuyos movimientos y actitudes ingresan en el registro de la comedia física, a base de muecas e intercambios verbales guarros. Lo mejor de la película se encuentra en esta espontaneidad y desenfreno que, pronto se irá diluyendo a favor de la historia de amor entre Jinwoo y Seon-ah, la chica de la que todos están detrás. Lejos de encarar esto con un tratamiento cinematográfico decente, se elige una estética videoclipera básica y de poca gracia, donde todo se remite a una superficie empaquetada de luces y colores que todo lo igualan. Entre lo que se ve y lo que se logra con Inteligencia Artificial mediáticamente en las imágenes no hay mucha distancia. Cho-Young myoung confunde lo que es la felicidad en el cine con un mundo de plástico, tan lavado como las fotos manipuladas en las redes.
A lo largo de la trama las idas y vueltas de la pareja, el crecimiento, las dudas, y los pormenores de cada trayecto individual, están mostrados desde la lógica de un entretenimiento vacuo. Ni siquiera la fotogenia y la simpatía que parecen inherentes a los protagonistas son aprovechadas para darles un guión un poco más sólido. Todo sucede a la velocidad de un tren bala y el resultado no es más que una canción monocorde de poco más de una hora y media.
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