
Por Mex Faliero
Un elenco muy sólido (Robert De Niro, Jesse Plemons, Lizzy Caplan, Joan Allen, Matthew Modine, Angela Bassett, Bill Camp, Dan Stevens) y un par de guionistas experimentados (Eric Newman y Noah Oppenheim) son la base de Día cero, la nueva miniserie sensación de Netflix; sensación porque básicamente todos estos productos de Netflix son diseñados para llamar la atención. “¿Robert De Niro en una serie?”. Sí, de ese estilo. Lo que imagina Día cero es un panorama político un poco ficticio y otro tanto real, si pensamos la avanzada de las redes sociales y la tecnología en la sociedad actual. Un hackeo masivo en Estados Unidos lleva a la creación de una comisión para investigar el delito, y ponen al frente a un ex presidente muy querido y que junta el consenso suficiente, interpretado por De Niro. En apenas seis episodios, la miniserie arma y desarma un escenario, utilizando múltiples superficies genéricas como el thriller político, la fantaciencia, el thriller paranoico, el drama familiar y un largo etcétera. Y en ese extenso recorrido, va tirando algunas especulaciones sobre el presente de la política y su relación con la sociedad. Obviamente cuando Día cero fue pensada, Donald Trump no había vuelto al poder, pero sin dudas que los conflictos que rodean su persona son los conflictos del presente en cualquier cultura, y esta miniserie está absolutamente tomada por esa idea del peligro del fascismo. Algunos temas son abordados con altura y otros resueltos medio a los apurones, como si por una vez la duración de una miniserie quedara un poco corta. Con todos los elementos genéricos dando vueltas, Día cero comete una osadía y ofrece un último episodio absolutamente anticlimático. En vez de resolver lo suyo por la vía de los tiros, el suspenso y la acción, lo hace por el camino de lo discursivo y por la búsqueda de una salida en la tradición de la democracia norteamericana, un poco a lo Frank Capra o a lo Steven Spielberg, trazando una salida moral que, en ocasiones, suena más artificial que todos los giros fantásticos que tiene la miniserie. Pero eso que pasa al final funciona, ennoblece a los personajes que debe y castiga a los malos. Que abogue por algo que va casi a contracorriente de las sociedades actuales es una buena decisión. Día cero funciona, con su cuota de especulación, sus giros y pistas falsas constante y su chusmeo a la realpolitik.
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