
Por Patricio Beltrami
NdR: este artículo contiene spoilers.
Tiempo atrás, el estreno de una película del Capitán América habría despertado el interés masivo del público cautivo del cine de superhéroes. Sin embargo, la franquicia no sólo padece las consecuencias de la crisis y la lenta recuperación de Marvel Studios, sino que también experimenta los problemas de su propia devaluación. En ese sentido, el cambio de protagonista no termina de funcionar, al tiempo que Capitán América: un nuevo mundo por momentos parece un collage de sagas del universo cinematográfico mezclado con pocas ideas inéditas. Particularmente, esto se evidencia en la discreta recaudación obtenida en poco menos de un mes de proyecciones en cines. En este marco, Capitán América 4 principalmente ha servido para introducir el nuevo mundo Marvel.
Tras un 2024 sin lanzamientos estrictamente situados en el Universo Cinematográfico Marvel (MCU), 2025 representaba el momento adecuado para restructurar la narrativa canon. En ese sentido, el estudio no sólo ha clausurado el arco de Kang, aquel fallido gran villano de la Saga del Multiverso que terminaría sepultado fuera de campo en la segunda temporada de Loki, sino que también pareciera que todo lo vinculado a los skrulls ha sido pospuesto o borrado de los planes. Particularmente, se esperaba que los sucesos de Secret Invasion de alguna manera impactaran en la historia de la cuarta Capitán América, ya que ambas producciones compartían aspectos vinculados a lo político y se hermanaban como thrillers de acción. Sin embargo, la miniserie resultó tan desastrosa (de lo peor del MCU) que la película de Julius Onah ignora por completo a ciertos conflictos y personajes que tranquilamente podrían haber jugado algún rol relevante en Capitán América: un nuevo mundo. Directamente se ignora al ex presidente Ritson, a las consecuencias del secuestro del verdadero James Rhodes o que las naciones ya estaban al borde de una guerra por la infiltración de alienígenas en los gobiernos.
Atentos a los resultados de las producciones de las Fases 4 y 5 del MCU, el guión del film tuvo varias reescrituras, cuestión que se evidencia en la acreditación de cinco autores. Además, a lo largo de 2024 se había reportado también la decisión de regrabar ciertas secuencias, agregar otras y quitar algunas porque la propuesta no terminaba de cerrar en las proyecciones de prueba. En cuanto a la historia, hay pocos elementos que resulten originales de Capitán América: un nuevo mundo y, para peor, sólo una pequeña porción resulta interesante. Más allá de que se había apropiado del manto en Falcon y el Soldado del Invierno, al Sam Wilson de Anthony Mackie todavía le queda enorme el traje del Steve Rogers de Chris Evans. Por carisma, por presencia física, por oficio dramático, por ductilidad para las secuencias de acción, el cambio de Capitán América todavía provoca ruido. Asimismo, con menos minutos en pantalla, el nuevo Falcon, ese Joaquín Torres de Danny Ramírez, aún no le encuentra el punto justo al personaje. Al contrario, Harrison Ford estuvo a la altura no sólo como antagonista, sino también como reemplazo del fallecido William Hurt. Con oficio, supo adherirle su importa al presidente Thaddeus Ross y agregarle nuevas capas, complejizadas por su nuevo cargo, por el paso de los años y por sus íntimos lamentos, para confeccionar una nueva versión del enemigo de turno.
Justamente, uno de los costados más llamativos de la película es que toma elementos de varias sagas y nunca termina de sentirse como una continuidad de la franquicia Capitán América. De hecho, los conflictos centrales de la historia principalmente se vinculan con Hulk: el hombre increíble, aquella producción de 2008 olvidada hasta el momento. Por eso resurgen Ross y el Hulk Rojo, la figura de Samuel Stern como mente maestra en las sombras (y parte de una escena postcréditos diseñada a reglamento), los experimentos, el regreso de Betty Ross… Sin embargo, pareciera que estos elementos convenientemente han vuelto a la superficie para cerrar ciertos arcos narrativos, siendo una excusa sólo para establecer el nuevo mundo Marvel. Si bien hay aspectos de otras sagas (Los Vengadores, Eternals, Viuda Negra o Pantera Negra), en ciertos pasajes Capitán América: un nuevo mundo intenta emular a Capitán América y el Soldado del Invierno y Capitán América: Civil War. Entre otros, se puede pensar en la búsqueda de secretos en una base militar secreta, la similitud de Stern con Helmut Zemo y Alexander Pierce o la emboscada de Sidewinder en plena calle. Apenas una película correcta, la virtud de esta cuarta Capitán América es asumirse como una historia de segundo orden para el universo y como un entretenimiento sin mayores pretensiones. Sin embargo, esta limitación queda en evidencia notoriamente, ya que aporta poco para la narrativa canon y, por ello, confirma uno de los prejuicios que muchas veces ha pesado sobre el MCU: sólo es una pequeña parte del gran engranaje del Marvel, carente de corazón y de méritos creativos.
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