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Eternals

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. / Reino Unido
Dirección: Chloé Zhao
Guión: Chloé Zhao, Patrick Burleigh, Ryan Firpo, Kaz Firpo
Intérpretes: Gemma Chan, Richard Madden, Angelina Jolie, Salma Hayek, Kit Harington, Kumail Nanjiani, Lia McHugh, Brian Tyree Henry, Lauren Ridloff, Barry Keoghan, Ma Dong-seok, Harish Patel, Haaz Sleiman, Esai Daniel Cross, Alan Scott, Hannah Dodd, Adria Escudero, David Kaye, Harry Styles
Fotografía: Ben Davis
Montaje: Dylan Tichenor, Craig Wood
Música: Ramin Djawadi
Duración: 157 minutos
Año: 2021


3 puntos


UNITED COLORS OF MARVEL

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Ya se venía insinuando en la Fase 3, con películas como Pantera Negra: a la par que se consolidaba su éxito, el Universo Cinemático de Marvel también iba por el prestigio, apoyándose en una agenda políticamente correcta, temas relevantes y hasta nombres con un aura de respetabilidad. Pero en la Fase 4 eso ya está mucho más explícito y Eternals es hasta el momento el film más transparente en esos deseos de trascendencia y galardones. Sin embargo, es, al mismo tiempo, el proyecto de Marvel más fallido en sus múltiples ambiciones.

En cierto modo, Eternals busca algo parecido a lo que lograban -con gran éxito- películas como Guardianes de la Galaxia o Thor: Ragnarok: fusionar las necesidades de la historia en particular y la franquicia del MCU en general, con las sensibilidades distintivas de los cineastas a cargo. En este caso, es Chloé Zhao (que venía de ganar un Oscar por Nomadland) quien se encarga de llevar adelante la historia de los Eternals, un grupo de seres con poderes extraordinarios que arribaron a la Tierra hace cinco mil años por mandato de todopoderosa denominada Arishem, para proteger a los humanos de unas criaturas denominadas Deviantes. Sin embargo, no pueden intervenir en los asuntos humanos y deben permanecer en el anonimato, hasta que una serie de eventos los pone frente a la encrucijada sobre romper o no las reglas que siempre cumplieron.

En Eternals se tocan muchos dilemas existenciales: el amor a lo largo del tiempo, el impacto de la violencia, las implicancias de la juventud y/o la vejez, la pérdida, la discriminación, el libre albedrío, la lealtad y la traición, y hasta la existencia en sí misma. También hay un amplio abanico de protagonistas, en un relato coral con mucha diversidad para la tribuna: hombres blancos, pero también mujeres, negros (y gays), occidentales y orientales (amontonando etnias todo lo que se puede) y hasta una sordomuda, como para que prevalezca la sensación de que este es un film de muchos y muchas y muches, y que la mayoría de las minorías no se sientan discriminadas. Lo que no hay son personajes: en cambio, solo vehículos para un compendio de mensajes biempensantes. A lo sumo se puede destacar ciertos destellos de talento para la comedia en Brian Tyree Henry y Kumail Nanjiani, que igual están esencialmente para cumplir con la cuota preestablecida de pluralidad. Como bien decía el colega Federico Karstulovich al final de la proyección: “esto es muy United Colors of Benetton”.

Si los personajes no generan la más mínima empatía y hasta parecen estatuas vivientes que de vez en cuando se mueven -en eso, lo de Angelina Jolie, Gemma Chan y Richard Madden son casos extremos-, ¿qué se puede hacer? Una respuesta posible podría venir por el lado del montaje y el movimiento en función del espectáculo y el impacto audiovisual, pero Zhao no parece contar con el conocimiento para eso. De ahí que Eternals sea un film que se regodea en la contemplación, el paisajismo -fruto de un vacuo esteticismo en la fotografía- y los diálogos solemnes. Para peor, le cuesta una enormidad superar el estatismo y sus secuencias de acción son tan aisladas entre sí -porque casi nada fluye en la narración- como carentes de dinamismo. El resultado final es predecible: puro aburrimiento.

Ese aburrimiento que abarca todo el metraje encierra una gran paradoja: si Eternals buscaba ser un film prestigioso y apto para un público que solo ve un cine con un sello supuestamente autoral, termina siendo un híbrido claramente impersonal. Tanto cálculo e impostación anulan la mirada de Zhao, pero también la del propio MCU. Esta especie de “Marvel para los que les gusta Marvel” es incapaz de gustarle a nadie.


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