
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
A pesar de repetir el éxito de público de otras series de Taylor Sheridan, Landman: un negocio crudo fue bastante maltratada por la crítica estadounidense, especialmente la más progresista, que repitió un patrón ya notorio en la recepción de la última temporada de Yellowstone. Quizás tenga que ver con que el abordaje del realizador, que ya venía poniendo luz sobre la mirada de sectores norteamericanos que ideológica y culturalmente están más asociados al Partido Republicano -no necesariamente reivindicándolos-, acá se hace más explícito y directo, incluso en plan demolición de toda vertiente de corrección política. Estamos, al fin y al cabo, frente a una serie bien sureña, bien texana -lo que podría pensarse como sureña al cuadrado-, que a partir del retrato del negocio petrolero consigue hablar sobre valores, tradiciones y códigos que trascienden lo estrictamente laboral y profesional. Basada en un podcast llamado Boomtown, de Christian Wallace (quien figura como cocreador de la serie junto a Sheridan), Landman: un negocio crudo se centra en Tommy Norris (Billy Bob Thornton), que es precisamente un “landman”, es decir, alguien encargado de intermediar entre las compañías de exploración y los dueños de las tierras. Sin embargo, a la hora de lo bifes, Tommy termina accionando como un supervisor y eterno arreglador de problemas en el terreno para su jefe, el empresario Monty Miller (Jon Hamm). A la vez, Tommy tiene sus propios problemas que solucionar en el plano personal y familiar, que están mucho más unidos a lo profesional de lo que podría parecer inicialmente. Es que, ya de arranque, su hijo mayor, Cooper (Jacob Lofland), que, contra sus deseos, se había metido en el negocio petrolero como trabajador raso, termina como único superviviente de un terrible accidente en una planta de extracción. Pronto se suman también a la ecuación su ex esposa (Ali Larter) y su hija menor (Michelle Randolph), que retornan a un hogar donde ya residían dos compañeros de trabajo interpretados por Colm Feore y James Jordan. Y tampoco faltará una abogada (Kayla Wallace), tan experta como soberbia, con la que Tommy no se llevará nada bien, pero con la que se verá obligado a colaborar. Así, a lo largo de diez episodios, veremos a Tommy lidiando con otros accidentes laborales, explosiones, peleas entre trabajadores, disputas legales, vaivenes sentimentales como marido y padre, y hasta narcotraficantes que amenazan su negocio/trabajo. Todo eso mientras fuma como una chimenea, viaja cientos de kilómetros por día, se carajea con medio Texas y se involucra en varias situaciones que ponen en riesgo su vida, hasta hacernos preguntar cómo es que su corazón y/o cerebro no explotan por los aires. Por momentos, Landman: un negocio crudo es tan apasionante como agotadora -más aún teniendo en cuenta que desarrolla unas cuantas subtramas relevantes-, pero el relato se las arregla para encontrar varias instancias de contemplación, como si le hiciera caso al pobre Tommy, que solo necesita unos instantes de paz al día para después seguir adelante. La otra clave es el humor: si la serie hace el camino inverso al de Yellowstone -que era primero un drama familiar y luego un retrato de los sectores ganaderos-, lo cierto es que termina siendo, en varios tramos, una gran comedia familiar, que no le teme al disparate y que se permite decir unas cuantas cosas incómodas sobre cómo son algunos matrimonios, paternidades y maternidades. Hay, en este último aspecto, una vocación provocadora -y efectiva, por cierto-, dándole lugar a ciertos discursos que podrían caratularse como machistas y/o conservadores, que explican en gran medida las reacciones negativas de muchos críticos. Aún así, a pesar de la alternancia con la comicidad, Landman: un negocio crudo está siempre coqueteando con la tragedia, básicamente porque hace foco en personajes que están siempre jugando al límite, dudando a cada rato y con solo un puñado de convicciones. Hacia los últimos capítulos, lo trágico y terrible se hace más palpable, mientras se deja entrever que Cami (Demi Moore), la esposa de Monty, un personaje que no tuvo muchos minutos, seguramente tendrá mucha más incidencia en el futuro. Un futuro que también trae muchas más responsabilidades (y desafíos para su estado físico y mental) para Tommy, al cual Thornton le pone las dosis de aspereza y nobleza justas, en una actuación perfecta. La última escena de esta primera temporada -muy deudora del western, por cierto- es muy representativa de esto: las amenazas están por todos lados y, frente a ellas, se requiere no solo de inteligencia, sino también de instinto de supervivencia.
-Los diez episodios de Landman: un negocio crudo están disponibles en Paramount+. todavía no se confirmó una segunda temporada.
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