
Título original: The Order // Origen: EE.UU. / Reino Unido / Canadá // Dirección: Justin Kurzel // Guión: Zach Baylin, basado en el libro de Gary Gerhardt // Intérpretes: Jude Law, Nicholas Hoult, Tye Sheridan, Jurnee Smollett, Marc Maron, Odessa Young, Bradley Stryker, Alison Oliver, Geena Meszaros, Sean Tyler Foley, Victor Slezak // Fotografía: Adam Arkapaw // Montaje: Nick Fenton // Música: Jed Kurzel // Duración: 116 minutos // Año: 2024 // Plataforma: Prime Video
8 puntos
EL MONSTRUO CONVENCIDO
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
En Estados Unidos hay una amplia diversidad -por decirlo de algún modo- de grupos de extrema derecha que están en directo enfrentamiento con un sistema gubernamental al cual repudian y cuyas discursividad y acciones muchas veces están ligadas con el fascismo y el nazismo. Ahí tenemos el ataque al edificio federal en Oklahoma City perpetrado por Timothy McVeigh en 1995 o el asalto al Capitolio en enero del 2021 como pruebas recientes de sus capacidades y poder de movilización. Sin embargo, al cine norteamericano todavía le cuesta abordar esa temática más allá del género documental o la ficción especulativa. Por suerte, ahora tenemos La hermandad silenciosa, disponible en Prime Video, que no solo funciona como una zambullida a ese submundo, sino también como un thriller apasionante de principio a fin.
El film de Justin Kurzel, basado en hechos reales, está situado en 1983 y se centra en Terry Husk (Jude Law), un agente del FBI recién llegado a Idaho que, investigando una violenta serie de robos bancarios, llega a la conclusión de que no están siendo ejecutados por una banda con motivaciones económicas. En cambio, lo que va quedando claro es que los crímenes son obra de un peligroso grupo terrorista de carácter doméstico denominado “La Orden”, encabezado por un líder radical llamado Bob Mathews (Nicholas Hoult), cuyo objetivo final es desatar una guerra a todo o nada contra el gobierno federal. Lo que vendrá a continuación es un juego de gato y ratón, una cacería obsesiva y peligrosísima donde Husk solo contará como aliados con Jamie (Tye Sheridan), un joven policía de la zona, y Joanne (Jurnee Smollett), una colega del FBI, frente a un rival totalmente convencido de lo que hace y absolutamente implacable.
Hay una decisión por parte de La hermandad silenciosa que podría parecer un poco cobarde, pero que es en cambio todo lo contrario: no hay una bajada ideológica explícita y masticada, que coloque a Mathews en un lugar fácilmente descartable para el espectador. Tampoco hay una justificación de sus acciones, porque en lo que se concentra el film es en cómo se delinean y justifican a sí mismas la ética y la moral de Mathews, cómo el mundo en el que se mueve y al cual también construye solo confirma su visión. Por eso también su familia (que incluye a una esposa y una amante que está embarazada, que saben cada una de la existencia de la otra), sus amigos y compañeros cobran relevancia en la trama, retroalimentándose con el carisma que despliega Mathews, al cual Hoult sabe cómo inculcarle gestos interpretativos fascinantes y a la vez inquietantes desde su humanidad, alejándose de la caricatura. Al fin y al cabo, estamos ante una película donde es clave lo identitario y el sentido de pertenencia, y cómo eso puede llegar a avalar las actitudes más terribles.
La identidad también cuenta para Husk, con el que Law consigue una de las mejores interpretaciones de su carrera: un tipo taciturno, de mirada triste, del que podemos intuir por un par de diálogos y referencias que tiene una familia de la cual ha quedado completamente distanciado. Husk es de esos profesionales que solo pueden definirse por su trabajo, que no tiene vida más allá de eso y que es un cazador nato. Por eso la vida familiar casi idílica que tiene Jamie es un horizonte que contempla sabiendo que no tiene chance de alcanzarlo y la persecución de Mathews es lo único que lo mantiene enfocado. Y podrá portar una placa del FBI, pero es un solitario, alguien que no se referencia en la institución que integra y que en auto-marginación también conecta un poco con los comportamientos de Mathews, que es su espejo oscuro y deforme.
Claro que lo identitario en el film no se explicita tanto desde el habla -con la excepción de un discurso de barricada que da Mathews, en el que desafía y repudia al que era su líder, cara a cara y frente a su comunidad-, sino desde lo actitudinal. Y si la violencia es directa y brutal en un puñado de secuencias puntuales, lo cierto es que está siempre presente, mediante mecanismos íntimos, sociales, culturales y políticos que surgen a cada minuto en un relato de ritmo implacable y con una potencia que recupera lo mejor de los thrillers políticos del Hollywood de los setenta. La hermandad silenciosa es una película sobre cómo lo monstruoso puede arraigarse y crecer desde la convicción absoluta de estar del lado correcto de la Historia. Desde ahí es adquiere una universalidad sumamente turbadora.
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