
Título original: Juniper
Origen: Nueva Zelanda
Dirección: Matthew J. Saville
Guión: Matthew J. Saville
Intérpretes: Charlotte Rampling, Marton Csokas, George Ferrier, Edith Poor, Carlos Muller, Tane Rolfe, Cameron Carter-Chan, Carlos Rakete, Maaka Pohatu, Adam Gardiner, Byron Coll, Eryn Wilson, Katherine Kennard
Fotografía: Martyn Williams
Montaje: Peter Roberts
Música: Mark Perkins, Marlon Williams
Duración: 94 minutos
Año: 2022
6 puntos
ÚLTIMA RONDA
Por Cristian Ariel Mangini
Al modificarle el nombre en la traducción, decidieron endorsarle el título La matriarca a un film que originalmente se llamaba Juniper, que a priori hace referencia a un elemento clave de la trama: el gin. ¿Y por qué empezamos esta crítica haciendo referencia a (otro) título modificado sustancialmente para el mercado nacional? La razón es sencilla: La matriarca suena a un enlatado de novela latinoamericana o a película asentada en los territorios del didactismo, con enseñanzas de vida y una fotografía bien amarillenta. Con ese rótulo a cuestas, el film sin embargo tiene sus destellos de originalidad, pero no se sale de los carriles previsibles y los tiempos de relojería para apuntalar el guión. La ópera prima del neozelandés Martyn Williams es correcta, pero su falta de riesgo la llevará inevitablemente a engrosar el catálogo de películas dramáticas que quedan en el olvido.
El foco del relato está puesto en un adolescente autodestructivo que se encuentra atravesando el duelo por la muerte de su madre en un internado educativo. Sam (interpretado por George Ferrier) protagoniza un episodio de violencia que lo lleva a ser expulsado, comprometiendo su educación. Al hogar conflictivo por la mala relación con su padre, vuelve su abuela Ruth (interpretada por Charlotte Rampling), para recibir cuidados por un tiempo tras una fractura en su pierna. Esta figura familiar que Sam apenas conocía y con la que tiene que forzar una convivencia será inesperadamente un cable a tierra a pesar de su alcoholismo, dando lugar a un vínculo con asperezas y aprendizaje.
Si uno tuviera que elaborar una sinopsis sin sonar a un film previsible que se ha visto varias veces, ahorrándose detalles menores como ubicación geográfica, sería imposible. La matriarca es un desfile de clichés y la diferencia la hace en los detalles: la aspereza en el vínculo entre Sam y Ruth, la presencia del alcohol en la trama como un catalizador de cambio pero también como un elemento autodestructivo, cierta búsqueda fotográfica crepuscular en los atardeceres y amaneceres que se complementa perfectamente con el relato. Pero quizá el elemento más destacable sean los diálogos: son filosos y entrañables cuando tocan un tema como el duelo, sin conceder palabras reconfortantes y rebajadas con agua; suenan auténticas.
Sin embargo, por fuera de esos detalles mencionados, el relato transcurre en una medianía y previsibilidad que pone al talento de Rampling en un formato acartonado que no desentona de la falta de riesgo. Más allá de algunos elementos dispersos, se trata de un drama que fluye por aguas conocidas y carece de elementos para seducir a un espectador que ha visto historias semejantes una innumerable cantidad de veces.
Si disfrutás los contenidos de Funcinema, nos gustaría tu colaboración con un Cafecito para sostener este espacio de periodismo independiente: