
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Con plena consciencia de sí misma, Cobra Kai comenzó la recta final hacia su cierre. La primera parte (habrá tres) de esta sexta y última temporada es un combo telenovelesco y deportivo al borde de lo inverosímil, pero muy divertido. La clave pasa en buena medida por cómo la serie abraza el disparate sin culpa, con dosis similares de drama -familiar, paterno/filial, romántico, estudiantil, obviamente deportivo y un largo etcétera- y comedia -física, discursiva, individual, grupal, obviamente deportiva y un largo etcétera- en un balance desparejo, pero finalmente efectivo. Si el relato logró ahora unir definitivamente a los integrantes de Eagle Fang y Miyagi-Do bajo un mismo techo, eso terminó dejando en claro que quizás había demasiados personajes y subtramas. Por eso muchos van siendo relegados y los que se quedan con el protagonismo son los esperados: Daniel LaRusso (Ralph Macchio), Johnny Lawrence (William Zabka), Miguel (Xolo Maridueña), Robby (Tanner Buchanan), Samantha (Mary Mouser), Tory (Peyton List) y, en menor medida -casi como herramientas del guión-, Amanda LaRusso (Courtney Henggeler), Chozen (Yuji Okumoto), Hawk (Jacob Bertrand), Demetri (Gianni DeCenzo), Kenny (Dallas Dupree Young), Anthony (Griffin Santopietro) y Devon (Oona O´Brien). El resto apenas si figura y tiene poco para aportar. A eso hay que agregarle que la estructura narrativa se ve obligada a restablecer una trama paralela con Kreese (Martin Kove) buscando revancha, ahora con un nuevo de estudiantes formados por Kim Da-Eun (Alicia Hannah-Kim), la hija de su antiguo maestro, a quien ya habíamos visto en la temporada pasada. A ese arco dramático le cuesta avanzar y recién hacia lo último termina por encajar. Pero hay un conjunto de situaciones que engloba todas las tensiones: la preparación para el torneo Sekai Taikai, que alimenta motivaciones y rivalidades, que son resueltas como corresponde, es decir, a las piñas. Hablando de rivalidades, queda claro nuevamente que la química entre Lawrence y LaRusso se activa verdaderamente cuando se enfrentan y chocan a partir de éticas casi irreconciliables. Y que Lawrence es no solo el mejor personaje de la serie -el más gracioso, coherente, conflictivo, empático y ambiguo, todo a la vez-, sino también, quizás, el verdadero protagonista, el motor de la historia. Eso a pesar de que hay un intento -razonable, por otra parte- de potenciar las dudas y contradicciones de LaRusso, en especial su vínculo idealizado con la figura del Maestro Miyagi, cuya pureza es puesta en duda a partir del hallazgo de una caja que contiene secretos de su pasado que lucen bastante turbios. El último capítulo tiene un par de giros que podrían parecer sorprendentes, pero no lo son tanto. En particular con el personaje de Tory, que no parece poder escapar de un destino de villana. Queda todo listo para una segunda tanda de episodios en las que seguramente haya sangre, sudor y lágrimas, bien al estilo Cobra Kai.
-Los cinco episodios de la primera parte de la sexta temporada de Cobra Kai están disponibles en Netflix.
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