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The Caine Mutiny Court-Martial

Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: William Friedkin
Guión: William Friedkin, basado en la obra teatral de Herman Wouk
Intérpretes: Kiefer Sutherland, Jason Clarke, Jake Lacy, Monica Raymund, Lewis Pullman, Jay Duplass, Tom Riley, Lance Reddick, Elizabeth Anweis, Francois Battiste, Gabe Kessler, Gina Garcia-Sharp, Stephanie Erb, Dale Dye, Denzel Johnson
Fotografía: Michael Grady
Montaje: Darrin Navarro
Diseño de producción: Kirk M. Petruccelli
Duración: 108 minutos
Año: 2023
Plataforma: Paramount+


7 puntos


DEBERES Y COSTOS

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Hace no mucho falleció el gran William Friedkin, pero antes de eso se las arregló para entregarnos una nueva película donde su sello está implícito y a la vez explícito. The Caine Mutiny Court-Martial (remake de El motín del Caine, film de 1954 de Edward Dmytryk) es una ratificación de lo que fueron los últimos años del realizador: un adaptarse a materiales ajenos, a los que infiltró sutilmente, dejando apuntes propios.

Lo que se nos presenta frente a nuestros ojos en The Caine Mutiny Court-Martial es una película de juicio llevada al extremo: casi todo el relato transcurre en una corte marcial, con las tensiones concentradas allí. Hay un oficial naval (Jake Lacy) acusado de haberse amotinado luego de que le quitara el mando del barco a su capitán (Kiefer Sutherland). Su explicación es que tomó esa decisión tras haber llegado a la conclusión de que su superior no estaba desempeñándose de forma emocionalmente estable y que, frente a un violento huracán que se había desatado, sus acciones ponían en peligro a la nave y su tripulación. Por el contrario, la parte acusatoria señala que lo que hizo fue arbitrario, que manipuló la situación a su favor y que no respetó la cadena de mando. A cargo de la defensa del acusado queda, a regañadientes, un abogado (Jason Clarke) que terminará haciendo todo lo que está a su alcance para que su defendido no sea condenado. Ese “hacer todo lo posible” tendrá consecuencias legales, éticas y morales de todo tipo, en un proceso judicial del cual nadie saldrá bien parado.

Se puede pensar a The Caine Mutiny Court-Martial como el reverso de Cuestión de honor, aquella gran película de juicio de Rob Reiner. Si el film protagonizado por Tom Cruise y Jack Nicholson hacía hincapié en los abusos de poder por parte de los oficiales superiores escudándose en los deberes asignados y las implicancias de la obediencia debida, la película de Friedkin se permite señalar cómo los subordinados pueden victimizarse fácilmente, frente a instituciones que no reconocen y protegen a oficiales al mando de misiones complejas y que enfrentan presiones enormes. Pero, además, Friedkin aplica cambios pequeños, pero sustanciales, relacionados con la composición del elenco: si en su remake de 12 hombres en pugna introducía personajes de raza negra (mucho antes de las discusiones sobre diversidad) para profundizar en las tensiones raciales, en esta reversión hay roles que pasan a ser femeninos e interpelan la masculinidad. Y a eso le agrega otro giro formal, vinculado con las expectativas y la imagen actoral, relacionado con el personaje del inestable capitán encarnado por Sutherland. Si el actor ha tenido gran facilidad para interpretar villanos o héroes cuyas intenciones son claras y sin grandes visos de ambigüedad, acá compone a un sujeto que al principio parece victimario, para luego ir revelándose como víctima de los demás y de sí mismo, como alguien que pretende ser dominante, aunque finalmente nunca puede superar su patetismo.

En The Caine Mutiny Court-Martial contemplamos un juego de máscaras, un despliegue de mecanismos de ocultamiento de intenciones, donde el que es honesto y/o profesional está en desventaja. Lo que triunfa es la manipulación y la mentira. Friedkin expone esto casi sin remarcaciones -más allá de un monólogo final en boca del personaje de Clarke, que muestra todas las cartas brutalmente- con una puesta en escena absolutamente despojada, casi clínica. Desde ahí repensó un clásico y lo transformó en una nueva herramienta para leer las tergiversaciones del presente.


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