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El hombre de los sueños

Título original: Dream Scenario
Origen: EE.UU.
Dirección: Kristoffer Borgli
Guión: Kristoffer Borgli
Intérpretes: Nicolas Cage, Julianne Nicholson, Michael Cera, Dylan Baker, Tim Meadows, Lily Bird, Jessica Clement, Dylan Gelula, Kate Berlant
Fotografía: Benjamin Loeb
Montaje: Kristoffer Borgli
Música: Owen Pallett
Duración: 102 minutos
Año: 2023


5 puntos


SUEÑOS Y PESADILLAS EN UN MUNDO OSCURO

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

¿En qué momento las comedias dejaron de hacer reír al espectador y se transformaron en excusas para que ciertos autores de prestigio pasajero se dedicaran a denunciar los males del mundo bajo una mirada cínica y sentenciosa de la humanidad? El hombre de los sueños es un claro ejemplo de esta corriente. Disfrazada de comedia negra con elementos de terror, la película escrita y dirigida por Kristoffer Borgli ha sido una de las protagonistas de la temporada de premios en las categorías que distinguen al género. Sin embargo, como le ocurre al protagonista, tras una interesante primera mitad, la historia se desmorona tras la revelación de su conflicto, siendo redundante en lo discursivo y burda en sus revelaciones.

El hombre de los sueños presenta a Paul Matthews (Nicolas Cage), un profesor universitario especializado en evolución biológica que tiene una vida normal en familia, aunque padece la indiferencia de sus estudiantes y el desprecio de sus colegas. Sin embargo, sus años de intrascendencia profesional y social acaban cuando, de repente, miles de personas comienzan a verlo en sus sueños, donde sólo está presente observando los acontecimientos. Igualmente, sus días de gloria como efímera celebridad rápidamente se esfuman cuando se convierte en el artífice de las pesadillas ajenas. De ese momento, su vida comienza a destruirse ante el rechazo de la sociedad.

La primera mitad de El hombre de los sueños presenta pasajes narrativamente atractivos. De hecho, la presentación del conflicto tiene lugar en la primera escena, donde Paul atestigua pasivamente una serie de hechos que aterran a su hija menor en el jardín de su casa. Luego, la construcción del protagonista se efectúa a través de escenas de su vida, donde lo retrata como un hombre torpe y retraído para las relaciones sociales, frustrado y subestimado en su vida profesional. A raíz de ello, sus dificultades para asumirse como una estrella en sus extraños quince minutos de fama constituyen el mayor logro de comedia en la película. A su vez, esta situación resalta el patetismo en el carácter de Paul desde una buena interpretación de Cage.

No obstante, la explosión del conflicto central de El hombre de los sueños coincide con el declive de la historia. Allí, Paul dejará el rol pasivo para convertirse en la pesadilla de las miles de personas que soñaban con él. A partir de este giro, la sociedad que había idolatrado al profesor inmediatamente lo repudia y lo margina. De esa manera, todo se volverá explícito de las acciones y redundante desde el discurso hasta el final del largometraje. Por ese motivo, la crítica a los medios de comunicación, las redes sociales y el marketing y el rechazo sobredimensionado y burdo contra la cultura de la cancelación toman el centro del relato, quitándole humanidad a los personajes, sus vínculos y sus decisiones. Incluso, en el extenso prólogo hay otro giro que termina de convertir a la producción en una especie de capítulo extendido (e interminable) de Black Mirror. En este orden, lo onírico, lo sobrenatural, aquello que la misma película no le encuentra explicación (o no desea explicar), se vuelve un vehículo para motorizar lo que Borgli finalmente privilegia: la crítica contra los males de la actualidad desde una óptima bastante miserable.

En tanto, uno de los mayores problemas de El hombre de los sueños radica en la comedia. Balanceándose entre sueños y pesadillas en un mundo oscuro, mayormente el desarrollo del género está puesto sobre su protagonista. En ese sentido, tal es el grado de cinismo del relato que nunca queda claro si el espectador se está riendo con el desdichado Paul o, seguramente, del personaje encarnado por Nicolas Cage. Repudiado, maltratado, denigrado y golpeado, pareciera que el único sentido de los gags apunta a profundizar la miserable y patética vida del académico caído en desgracia. Incluso, cuando algún personaje amaga a realizar un mínimo gesto de humanidad, amabilidad o misericordia, el guión de Borgli se encarga de enfatizar que el resto del mundo sólo se relaciona con Paul a través de la intolerancia, el desprecio o, en el mejor de los casos, la lástima. De esta manera, El hombre de los sueños se consolida como una comedia hecha para los tiempos que corren: negra, cínica, algo pretenciosa y carente de cariño por sus personajes.


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