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Misión de rescate 2

Título original: Extraction II
Origen: EE.UU. 
Dirección: Sam Hargrave
Guión: Joe Russo
Intérpretes: Chris Hemsworth, Golshifteh Farahani, Adam Bessa, Tornike Gogrichiani, Daniel Bernhardt, George Lasha, Levan Saginashvili, Idris Elba, Olga Kurylenko
Fotografía: Greg Baldi
Montaje: William Hoy, Alex Rodríguez
Música: Alex Belcher, Henry Jackman
Duración: 122 minutos
Año: 2023
Plataforma: Netflix


6 puntos


MISMOS DEFECTOS, MISMAS VIRTUDES

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

La primera entrega de Misión de rescate era una película de acción donde los desniveles estaban pautados por los movimientos y las pausas. Es decir, cuando el film avanzaba a pura fisicidad, tiros, explosiones e inventiva en la puesta en escena -plano secuencia de más de diez minutos, incluido-, era más que atractivo; pero cuando se detenía para intentar reflexionar sobre las deudas éticas, morales y afectivas del protagonista, no conseguía escapar a un conjunto de convencionalismos bastante superficiales. ¿Qué sucede con esta secuela? Algo no muy distinto, para bien y para mal.

El relato se presenta como una continuación directa de la primera parte, con Tyler Rake (Chris Hemsworth) recuperándose de sus heridas y tratando de encontrar un propósito para su vida, luego de haber sobrevivido milagrosamente tras los eventos previos, en una cabaña aislada en el medio del bosque. Hasta que le llega un tipo de propuestas (a través de un intermediario interpretado por un Idris Elba que pasa por caja, pero siempre con dignidad) de esas que no puede rechazar: sacar de una tétrica cárcel georgiana a una mujer y sus dos hijos, que están emparentados con un despiadado jefe mafioso llamado Zurab (Tornike Gogrichiani). A partir de ahí, viene lo esperable: un escape y después una cacería donde todos los elementos parecen estar en contra, y donde Rake solo contará con la ayuda de sus fieles compañeros, los hermanos Nik (Golshifteh Farahani) y Yaz (Adam Bessa).

El film de Sam Hargrave (quien retorna en la dirección) se estructura rápidamente a partir de tres secuencias de acción de gran despliegue, con breves instancias reflexivas previas y posteriores. Hay que decir que, en lo primero, cumple con creces, en particular con la secuencia inicial: un escape que arranca en la cárcel y luego continúa en el exterior, primero con una persecución automovilística y finalmente a bordo de un tren, armada a partir de un plano secuencia que dura más de veinte minutos. Es un tramo que no da ni un respiro, con un despliegue de violencia exacerbado y a la vez verosímil, donde los diálogos son los justos y necesarios, porque lo que se impone ante todo es la sensación de peligro extremo. Lo cierto es que el film parece caer un poco en su propia trampa: pone tanto en esos veinte minutos, que después lo que viene, por más que despliegue unas cuantas ideas potentes de puesta en escena, no puede igualar lo visto previamente y no llega a tener el mismo impacto.

En cuanto a lo dramático, por más que el guión de Joe Russo busca esquivar lo máximo posible los diálogos redundantes, no consigue darle profundidad a los conflictos que aquejan no solo al protagonista, sino también a otros personajes. Eso abarca desde el vínculo fraternal entre Nik y Yaz, hasta el pasado repleto de horrores de Zurab, pasando por las decisiones un tanto antojadizas de uno de los niños rescatados por Tyler. Todo se percibe como demasiado transicional, como apenas momentos de respiro rumbo al siguiente enfrentamiento a puños y tiros. En cierta forma, pareciera que Misión de rescate 2 solo supiera ser vibrante y energética, avanzar y embestir, pero nunca detenerse y pensar.

Y esto último no estaría necesariamente mal, porque hay ciertas franquicias de acción donde todo parece basarse en el movimiento y las pausas son instrumentos usados con precisión para sentar las bases de nuevos cambios en las velocidades. Ahí tenemos, como ejemplos recientes, a las sagas de Misión: Imposible, Jason Bourne y John Wick. Pero estas se diferencian (al menos por el momento) de las misiones de Tyler Rake en la ausencia de culpa, en la autoconsciencia absoluta de los artificios que encarnan. Misión de rescate 2 no puede escapar al tono culposo y solemne, y por eso repite las virtudes y defectos de la primera parte. Ojalá que, en la tercera entrega, ya confirmada, se vuelque definitivamente para el lado del disparate y el entretenimiento puro.


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