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Recapitulación de The Marvelous Mrs. Maisel: Susan

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

NdR: Este texto contiene spoilers.

Dirigido por la propia Amy Sherman-Palladino, Susan -el cuarto episodio de esa quinta temporada- abrió con un espectacular número musical filmado en un solo plano (luego hubo otras secuencias narradas en plano secuencia, todas notables) y se centró sutilmente en la figura de Susie (Alex Borstein), aunque el título era un poco explícito al respecto. En primera instancia en su vínculo profesional con “Midge” (Rachel Brosnahan), a quien le consiguió un trabajo en un acto de la industria de la construcción (que contó con un par de muy buenos números musicales), que en verdad era un “favor” para los mafiosos Nicky y Frank (John Scurti y Erik Palladino). Y en segunda instancia por la revelación respecto del pasado sentimental de la manager, quien tuvo un romance en la universidad con Hedy (Nina Arianda), la esposa de Gordon Ford (Reid Scott). La sexualidad de Susie fue siempre un misterio de la serie, incluso recordamos cuando “Midge” la llevó a un bar de lesbianas para que finalmente saliera del closet. Aunque en verdad Susie no parece un personaje que requiera ese paso, básicamente porque tiene una actitud autodefensiva respecto de su intimidad, una mujer dura que se ha hecho paso a los golpes dentro de una industria como la del espectáculo. Sencillamente para Susie no es necesario confirmar nada. Eso lo podemos observar en la forma en que rechaza el intento de Hedy por recomponer las cosas. Al final, como dice el título, Susie dejó de ser Susie y apareció Susan. Hubo dos instancias muy divertidas en el capítulo, que quedaron como cuestiones laterales detrás de la aventura de Myerson. Por un lado el intento de “Midge” por conseguir un espacio en cámaras dentro del show de Gordon Ford, mientras esquiva (por ahora) los flechazos que le dispara el conductor. Por el otro, la crisis en el matrimonio de Abe (Tony Shalhoub) y Rose (Marin Hinkle), que parte de un detalle casi insignificante: las diferencias entre ambos a partir de la apreciación sobre una obra de teatro. El esnobismo intelectual de Abe mostró su peor cara y la tensión se elevó entre los Weissman. Con gran timing cómico, Sherman-Palladino resolvió todo esto con una serie de planos fijos y sin diálogos en los que la tensión en el matrimonio iba creciendo entre rituales triviales como tomar un taxi, subir a un ascensor, cepillarse los dientes. Como era de esperar, The Marvelous Mrs. Maisel comenzó a apurar sus subtramas de cara al final. Esta semana no hubo flashforward, por lo tal aquel recurso de anticiparnos el futuro de los personajes quedó en un amague de los primeros tres episodios. De todos modos un muy buen episodio, en tono con los primeros tres.


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