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La noche del crimen

Título original: La nuit du 12
Origen: Francia / Bélgica
Dirección: Dominik Moll
Guión: Gilles Marchand, Dominik Moll, sobre el libro de Pauline Guéna
Intérpretes: Bastien Bouillon, Bouli Lanners, Théo Cholbi, Johann Dionnet, Thibaut Evrard, Julien Frison, Paul Jeanson, Mouna Soualem, Pauline Serieys, Lula Cotton-Frapier, Charline Paul, Matthieu Rozé, Baptiste Perais
Fotografía: Patrick Ghiringhelli
Montaje: Laurent Rouan
Música: Olivier Marguerit
Duración: 115 miutos
Año: 2022


9 puntos


MEMORIAS DE UN CRIMEN

Por Santiago González

(@ElunicoSan)

La noche del crimen comienza con el siguiente cartel: “Cada año la policía judicial abre más de 800 investigaciones por homicidios y casi el 20 por ciento no se resuelve. Esta película es sobre uno de esos”.

Ese cartel establece de entrada la mala suerte con la que van a lidiar los personajes. La víctima, una joven que es quemada viva por un hombre encapuchado, se topa con un gato negro en medio de una calle vacía. El caso no va a tener solución y va a obsesionar y frustrar a su investigador Yohan (Bastien Bouilon), quien es apodado el “gato negro” porque justamente el día en que se convierte en jefe de esa sección policial es llamado a investigar ese crimen. Su colega Marceau (Bouli Lanners) está además divorciándose y, para empeorar la situación, se entera que su mujer está embarazada de otro hombre.

Esa mala suerte también se va a extender a los padres de esa chica asesinada, a todo el departamento de policía en que pareciera que todos se divorciaron y en donde los aparatos no funcionan. También se extiende a cada sospechoso que termina siendo desechado por uno u otro motivo. Más adelante una nueva investigadora (Mouna Soualem) contará cómo perdió a sus padres. De hecho, por más cambios que haya en ese departamento de policía, por más que se actualice, aun así la mala suerte continúa. ¿Algo más? El titulo original es La noche del 12 y los protagonistas son llamados a la escena del crimen al día siguiente, es decir el día 13.

La obsesión por un crimen jamás resuelto evoca a Zodíaco (2007, David Fincher) que a la vez desembocaba en Memories of murder (2004, Bong Joo-Ho). Películas que además le daban espacio al extensivo trabajo policial con sus burocracias y sus internas. Dominik Moll, director de Harry, un amigo que te quiere bien (2000) utiliza este tipo de thriller policial para ir por otro lado, escapándole al artificio de Hollywood. No hay escenas de persecución, ni escenas de terror, hay en todo caso una mirada fría y contemplativa sobre lo aburrido del trabajo policial.

La historia le sirve a Moll para cuestionar a la cultura. En definitiva este femicidio que ocurre es culpa de una cultura violenta y machista. Uno de los sospechosos se ríe cuando le cuentan que quemaron a la víctima, otra cuenta que le había dedicado un rap deseándole que la quemen viva, otro tiene una denuncia por violencia de género sobre su mujer que además lo protege por miedo. Ese departamento de policía pareciera estar poblado de hombres, pero de fondo siempre hay mujeres invisibilizadas. Incluso la película cuestiona la idea de que la víctima fue asesinada porque tenía muchos amantes y arma un debate cuando uno de ellos lo pone en palabras contra Yohan que ve que hay algo raro en todo esto, que no es simplemente un caso sino un indicio de algo que está podrido.

Por eso la decisión de poner en palabras lo que estaba insinuando hace ruido. Yohan tiene una entrevista con una jueza (Anouk Grinberg) con quien discuten el caso y ahí la película expone su discurso. No es necesaria esta decisión porque en esos rostros que ocultan información, en esos planos de hombres tapando mujeres, la película encuentra la fórmula para la denuncia en vez de expresarlo mediante diálogos sobre-explicados.


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