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División Palermo – Temporada 1

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Al ver el tráiler de División Palermo tuve algunos temores. Uno era que se tratase de alguna reivindicación nostálgica de aquellas horribles películas de la Brigada explosiva con Emilio Disi, Gino Renni y demás. Otro, era que amagara con cierto toque provocador para terminar presa de una bajada de línea progresista sobre aquello que está bien o mal que nos riamos: en lo concreto, un grupo de artistas progres riéndose de lo que simplificadamente se define como los fachos. Digamos que la serie dirigida por Santiago Korovsky y Diego Núñez Irigoyen un poco se hace cargo de esto último, aceptando que se trata de una generación atravesada por ciertos discursos de época, pero lejos de limitar los alcances de la serie los estira volviendo las cosas un poco más rugosas de lo que parecen en una primera instancia. Entonces, lo que surge del experimento es una generación de artistas deconstruidos haciendo chistes incorrectos a sabiendas que son incorrectos, pero sin intención alguna de ponerse en una posición adoctrinadora o didáctica. Como se sabe (la serie se ha vuelto bastante popular y rankea alto en Netflix), División Palermo trata sobre una formación especial de las fuerzas de seguridad, una guardia urbana que busca tener un nexo más amable con la sociedad civil, sobre todo desde una pretendida posición inclusiva: por eso hacen un casting para atraer referentes de minorías, lo que alcanza a una discapacitada motriz, un ciego, un boliviano, una mujer trans, un enano, un viejo y… un judío. Todos conducidos por un manco. Lo positivo del trabajo de Korovsky y Núñez Irigoyen (más el extenso grupo de guionistas integrado por Ignacio Gaggero, Martín Garabal, Martina López Robol, Florencia Percia, Ignacio Sánchez Mestre, Mariana Wainstein y el propio Korovsky, también protagonista) es que a partir de su buen timing cómico nos hace olvidar de todo lo discursivo y de todas las implicancias éticas o morales del humor que practica. Es decir, División Palermo es graciosa, sabe que juega con fuego, pero poco le importa. No cae en sensiblerías ni toma una postura paternalista con sus personajes, que pueden tener una discapacidad o pertenecer a una minoría y, así y todo, pueden tener actitudes de mierda. La gracia de la serie, como sucede pocas veces en la comedia argentina, es que se puede ver a un grupo de artistas pensando el género y abordándolo con ideas. Que muchos chistes dependan de la puesta en escena (la primera escena es un gran ejemplo) antes que de las palabras es el primer elemento para descubrir que División Palermo es una suerte de pequeño hito dentro de la comedia nacional. Korovsky ya había demostrado credenciales y aquí las reconfirma con letras mayúsculas.

NdR: Los 8 episodios de Dvisión Palermo están disponibles en Netflix.


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