Por Mex Faliero
Por algún motivo que desconozco, me tomé un tiempo excesivo para ver la segunda temporada de Godfather of Harlem, que la plataforma Star+ estrenó el año pasado cuando en verdad fue emitida en Estados Unidos por la cadena Epix en 2021. De hecho, ya hay una tercera que está pronto a estrenarse según lo que indica la web IMDB. A lo que vamos, que la serie creada por Chris Brancato y Paul Eckstein, que muestra la actividad gangsteril en la Nueva York de los años 60’s, es actualmente el mejor referente del audiovisual norteamericano en lo que refiere a relatos ambientados en el mundo mafioso, un dato para nada menor si encima le sumamos que se basa en personajes reales, aunque tiene la virtud de nunca dejarse llevar por la tentación del wikipedismo: hay libertad absoluta para cruzar hechos que ocurrieron con otros imaginados, para torcer eventos y fabricar momentos que claramente son ficcionales o no sucedieron de esa forma. Cuando terminó la primera temporada, Ellsworth “Bumpy” Johnson (Forest Whitaker) y Malcolm X (Nigel Thatch) se encontraban solos, a la deriva, sin el brazo protector de las instituciones a las que participaban. Por lo tanto, esta segunda temporada es básicamente el camino que emprenderán ambos para recuperar su espacio, “Bumpy” entre los capo-mafia y Malcolm en la iglesia musulmana. A lo largo de estos 10 episodios, ambos personajes tejerán diversas alianzas y, lo más interesante (mucho más si pensamos en cómo el cine y las series norteamericanas tienen una mirada estándar sobre temas raciales), sufrirán fundamentalmente las traiciones de los propios. Para “Bumpy”, sobre todo, que protagonizará una alianza impensada con Vincent “Chin” Gigante (Vincent D’Onofrio), en un ida y vuelta que parece el retrato histérico de dos destinados a amarse. Esta segunda temporada está ambientada en 1964, con la feria de ciencias de Nueva York de fondo, un elemento que funciona como contrapunto ideal entre un mundo que mira al futuro y los gángsters aferrados a códigos que, para entonces, empezaban a extinguirse entre el cada vez más cerrado avance legal y policial. Además, esta segunda temporada mejora aspectos que en la primera resultaban un poco débiles, como las subtramas de las respectivas hijas de “Bumpy” y “Chin”, que aquí se integran mejor al relato principal. Si pensamos en el plano final de esta temporada, no estamos muy seguros de que las decisiones que fueron tomando Johnson y Malcolm X hayan sido las más felices para recuperar sus espacios de poder, pero sin dudas son representativas de dos personajes que vivieron los 60’s de manera excitante. De esa pulsión está hecha esta serie que mezcla historia, política, violencia, verismo y fantasía con una maestría para nada descartable.
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