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Darkman, la creación de Sam Raimi

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

En mayo se llevará a cabo el estreno de Doctor Strange en el multiverso de la locura, film que seguramente complete la consagración de Sam Raimi como uno de los mayores exponentes del cine de superhéroes. Autor de Spider-Man entre 2002 y 2007, pieza fundamental para la evolución narrativa y estética que el género ha experimentado en las primeras décadas del Siglo XXI, recientemente ha atestiguado la reivindicación de la trilogía de Peter Parker / Tobey Maguire en Spider-Man: Sin camino a casa. Sin embargo, el realizador ya había incursionado en este campo en 1990 con Darkman, una creación de Sam Raimi al 100%.

A fines de la década de 1980 el director ya se había convertido en un exponente del terror. Sin embargo, probablemente su estilo artístico le haya jugado en contra frente a sus deseos de adaptar alguna historia de superhéroe al cine. Claro está que su búsqueda pasaba por personajes sombríos, traumados, violentos, con perfil de vigilantes o antihéroes, como Batman o La Sombra. Ante la negativa constante de los estudios, Raimi creó un guion sobre un nuevo héroe que, a su vez, se convertiría en su siguiente proyecto cinematográfico: Darkman.

El científico Peyton Westlake (Liam Neeson) está abocado a la creación de piel sintética, aunque su experimento falla al minuto 99. Pero su vida se hace añicos luego de que su novia descubriera una trama de corrupción vinculada a su jefe. En un intento por robar los documentos de prueba, un grupo de matones destrozan su laboratorio, lo golpean, torturan y desfiguran y, finalmente, incendian el lugar con Westlake moribundo en su interior. Milagrosamente sobrevive y, sin que pudieran reconocerlo, recibe un tratamiento experimental para que conviviera con las quemaduras que le habían destrozado su rostro y sus manos, pero a un alto costo: la falta de sensibilidad le provocaría problemas neurológicos con estallidos de locura y furia en los que adquiriría fuerza sobrehumana. En estas condiciones, el científico perseguiría dos misiones: terminar la creación de la piel sintética para recuperar a su novia y cazar a quienes le arruinaron la vida.

Más allá de lo complejo que resulta explicar esta situación, la trama fluye dinámicamente durante el primer acto de la película. Una vez establecido el protagonista y sus motivaciones, se distinguen ciertos aspectos que han funcionado como influencia para la confección de Darkman. Entre los personajes clásicos de la literatura, existen similitudes entre el vigilante y El fantasma de la ópera: el drama de un hombre aislado de la sociedad a causa de sus deformidades y heridas, que sufre por un amor imposible mientras acecha a aquellos que habían atentado contra su vida y sus deseos. En lugar de una máscara, Westlake recurre a un vendaje (similar a la Momia, aunque más rudimentario) para ocultar su desfigurado rostro y lo que queda de sus manos. En tanto, su búsqueda desesperada por crear piel sintética exitosamente le brinda un aire similar a Víctor Frankenstein: su locura le impide ver claramente las consecuencias de su cruzada.

Seguramente estas reminiscencias a personajes clásicos de la literatura fantástica y, sobre todo, a las películas de monstruos de la década de 1930 hayan sido claves para que Universal decidiera aprobar este proyecto. Igualmente, Darkman también presenta elementos característicos de otros héroes de los cómics y la producción audiovisual. Justamente, su vestuario con sombrero, sobretodo y capa negra evoca a La Sombra, aunque se diferencia prescindiendo de armas. En tanto, durante la película realiza un trabajo de detective parecido al Batman (relectura de otro clásico: El Zorro) de los cómics (y al de Robert Pattinson) para investigar, emboscar y cazar a los mafiosos y villanos. Con menos lujo que la Baticueva, Westlake monta una guarida y laboratorio en una fábrica abandonada que usa como hogar y base de operaciones. Al igual que los últimos dos personajes mencionados, Darkman es un vigilante: combate a los criminales por fuera de la ley, utilizando sus propias reglas.

Asimismo, la ciudad que habita tiene notorias similitudes con la corrupta, decadente y peligrosa Gótica. En ese sentido, cobra un valor fundamental la ambientación musical realizada por Danny Elfman, también responsable de la música original de las dos películas de Batman dirigidas por Tim Burton. Por último, la influencia de Hulk (reversión de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde) es notoria no solo por la fuerza sobrenatural, en este caso desencadenada por la fragilidad mental de Darkman. Al igual que Bruce Banner, Peyton Westlake es un científico que se transforma en un monstruo perdiendo todo rasgo de cordura y humanidad. En tanto, las escenas de desequilibrio que lo convierten en su álter ego, que incluyen una serie de exageradas expresiones de Neeson, presentan efectos y musicalización que evocan a la serie del monstruo verde de Marvel.

Más allá de estas de características, similitudes e influencias, Raimi logró otorgarle identidad distinguible a su creación: un vigilante letal que opera en la oscuridad para acabar con sus enemigos mientras sufre por amor y busca incesantemente la fórmula para recrear piel sintética y, algún día, recuperar su vida como Peyton Westlake. Quizás el hecho de haber sido estrenado un año después de Batman provocó que este film no adquiriera una popularidad mayor con el correr del tiempo. Además, las fallidas dos secuelas, de las que no participaron el director ni sus estrellas, tampoco contribuyeron para que la franquicia tuviera futuro. No obstante, con matices de terror propios de su estilo artístico, Sam Raimi confeccionó artesanalmente un personaje que, años más tarde, le permitiría revolucionar el cine de superhéroes y cambiarlo para siempre.


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