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Dexter New Blood – Temporada 1

Por Cristian Mangini

(@Masterzio84)

El recorrido de Dexter es uno de los fenómenos más atractivos y extraños que ha ofrecido la televisión en los últimos 20 años. Suerte de procedural en la línea de los múltiples CSI que pululaban allá por el 2006, sin embargo la serie de Showtime ofrecía un giro al darnos el punto de vista del mismo asesino. Personaje contradictorio, psicópata y cínico, Dexter es una de las bestias más magnéticas que haya creado la televisión y en gran parte eso se debe a la interpretación de Michael C Hall. Si bien el relato menguó considerablemente su calidad después de la cuarta temporada, lo cierto es que el nivel actoral, la dirección, la propuesta visual, la notable banda sonora del fallecido Daniel Licht y el audaz tono que caracteriza a la serie, entre el horror, el drama psicológico y la comedia más negra, lo ponen entre los estandartes de la televisión americana. Hablamos de que menguó pero no mencionamos a la infame temporada final, la octava, que más allá de algunos retazos interesantes desperdició a un elenco sólido y un antagonista que en los papeles era atractivo. Este final polémico fue allá por el 2013, ¿entonces por qué seguimos hablando de Dexter? En 2021 se anunció una nueva temporada de la mano de Clyde Phillips, figura que dejó la serie tras la cuarta y manifestó su descontento con cómo finalizó la octava. No estaba solo: además de la crítica y el mayor porcentaje de la audiencia -que se encargó de hacer memes inagotables del malogrado final-, el mismo Michael C. Hall manifestó su descontento. Y así hablamos ahora de la recientemente finalizada Dexter: New Blood, que relata la vida de Dexter, diez años después del final, como leñador en algún lugar nevado. Finalmente podemos darle un nombre a ese lugar: un pequeño pueblo llamado Iron Lake donde el asesino vive su autoexilio pero, por una suerte de factores, el pasado va a alcanzarlo de una forma inesperada. Es a priori la sinopsis si uno no quiere ingresar en el terreno de spoilers, pero es inevitable mencionar que ese pasado tiene mucho que ver con su hijo Harrison (interpretado por un sólido Jack Alcott) y la dinámica de los episodios se envuelve en el torbellino de ese vínculo, más allá de un antagonista sádico (un despiadado Clancy Brown) y el nuevo entorno de Dexter que desconoce su verdadera identidad. La temporada en su conjunto es un Frankenstein de lo mejor y lo peor de Dexter como serie: momentos de solidez narrativa y actoral se intercalan con subtramas desperdiciadas y personajes que permanecen chatos, sin relieve. En el vínculo entre padre e hijo está lo más jugoso que ofrece New Blood. La nueva dinámica amorosa con la jefa de policía Angela Bishop (Julia Jones) es interesante y su personaje se construye en base a la tragedia personal y una sospecha que se irá volviendo cada vez más presente, pero la suma de hechos fortuitos (incluyendo el cameo de Batista, del carismático David Zayas) que la llevan a sospechar parecen un artilugio del guion para dar un cierre apresurado. Es una constante de esta nueva temporada: el problema no es lo que sucede sino cómo sucede, la forma en que se llega a ello. Y esto resuena particularmente con el final de temporada: sin spoilear, a uno le da la impresión que falta pulir cómo se llega a esa secuencia en el bosque, con un duelo actoral memorable. Es un episodio final notable pero, si en verdad hay una segunda temporada, parece descolocado y apresurado dentro del arco narrativo. En todo caso, con sus altas y bajas este revival de Dexter nos quita un poco del mal sabor de boca que dejó el final de la octava temporada.


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