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El motivo – Miniserie

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Dentro del catálogo de producciones de Netflix que combinan el documental con lo policial, El motivo es una rareza difícil de encasillar. En principio, por el hecho que funciona como punto de partida, que se aparta de cualquier tipo de sistematicidad: en Jerusalén, en 1986, un niño de catorce de años asesina a toda su familia. Lo hace con un fusil M-16 (emblemática arma militar usada por el ejército israelí), mientras todos estaban durmiendo. Pero lo realmente inquietante es que no hay motivos detrás del suceso: el muchacho da explicaciones casi sobrenaturales al respecto, pero se muestra demasiado inteligente y distante respecto al acontecimiento como para que esa explicación suene creíble. ¿Fue para quedarse con una herencia? ¿Alguien más se lo pidió? ¿Hubo una situación de abuso y/o violencia que justifiquen las acciones? ¿Alguna otra causa inconfesable? No hay nada claro y por eso la miniserie se propone explorar todas las alternativas, no solo entrevistando a las personas involucradas en el caso -policías, abogados, psicólogos, conocidos de la familia, compañeros de estudio, maestros-, sino también revisando y desgranando todo tipo de archivos fílmicos y fotográficos. Tali Shemesh y Asaf Sudri, guionistas y directores, apelan a mecanismos repetitivos desde el montaje y la banda sonora, en un ejercicio casi de loop constante. Pero ese carácter casi obsesivo que termina mostrando la narración es también desesperanzador: lo que va quedando claro, a medida que se suceden los cuatro capítulos, es que esa respuesta no va a aparecer. No, al menos, como cualquier espectador -y los propios realizadores- querrían: no hay confesiones o revelaciones altisonantes, e incluso el abogado del homicida afirma tener una explicación -o más bien, una hipótesis sólida-, aunque nunca la enuncia para las cámaras. Lo que sí queda claro es que ese niño asesino, que luego se convierte en adulto, es alguien tan perspicaz como inasible: nadie puede sostener que entiende a ese individuo amable y obediente, pero también frío y críptico. Por ende, esa búsqueda infructuosa y desesperanzada, aunque también persistente, deja ver una tensión constante entre dos oscuridades: el horror de no encontrar una explicación concreta para un hecho terrible, pero también el temor a que esa respuesta sea imposible de asimilar y que dispare nuevos interrogantes. E incluso podríamos agregar una tercera, derivada de la segunda: que la respuesta definitiva sea decepcionante frente a las teorías y el morbo previos. Al mismo tiempo, el homicida se convierte en una presencia cargada de contradicciones, tan cercana como elusiva, tan presente -a través de las explicaciones de terceros- como lejana, ya que nunca es entrevistado por los creadores de la miniserie. En su juego de indicios no ratificados, de especulaciones no comprobadas, El motivo construye un relato tan apasionante como angustiante, deja flotando muchas preguntas, aunque la más terrible sea la siguiente: ¿realmente queremos saber por qué los mató?

-Los cuatro episodios de El motivo están disponibles en Netflix.


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