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Cómo se convirtieron en tiranos – Miniserie

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Hay un pequeño pero significativo malentendido en la traducción del título que realiza Netflix para esta producción: el original es How to become a tyrant, que, bien traducido, sería Cómo convertirse en tirano. Y esa diferencia es importante, porque no estamos ante una serie histórica que nos narra procesos de forma lineal, sino ante una que utiliza los procesos históricos como herramienta de reflexión irónica, sin por eso dejar de historizar de forma bastante didáctica. De ahí que se configure como un manual de instrucciones para llegar a ser el tirano perfecto, a partir de las experiencias de esos tiranos a lo largo de la Historia. Esa estructura de “guía tiránica” se configura a partir de seis episodios, donde se abordan las acciones y metodologías de Adolf Hitler, Saddam Hussein, Idi Amin, Josef Stalin, Muammar Gaddafi y la dinastía Kim. Si algunas cosas que cuenta la serie están bastante difundidas -por ejemplo, las manipulaciones a las que recurrió Hitler para ascender al poder-, otras no están tan difundidas -por caso, la utilización de Hussein de los medios de comunicación como herramienta para esparcir miedo-, pero casi siempre el análisis es más que interesante, a partir de cómo la narración detecta una metodología dictatorial que se ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo. Allí es también fundamental la voz narradora, a cargo del gran Peter Dinklage (también es productor ejecutivo), quien hace un trabajo notable en el uso del sarcasmo y el humor negro en la entonación. Claro que a esa voz también la favorece un guión muy ajustado, que transita con habilidad el delicado equilibrio que requiere un tono paródico que no banalice los horrores pensados y ejecutados por las tiranías. Eso lleva a que todos los capítulos sean, en mayor o menor medida, muy divertidos, pero también sumamente aterradores, a partir de cómo explicitan que esas figuras temibles han sido (o son) líderes de movimientos masivos, que expresan miradas y modos de vida colectivos y comunitarios. Y a la vez, por la capacidad que demuestra para apelar a nuestro lado más oscuro: esa apelación al “cómo convertirse en tirano” apunta a un escenario improbable, pero aún así posible, que es el de que todos, en nuestro más oscuro interior, nos vemos seducidos por la tiranía. Ese “enano fascista” está ahí, latente, aguardando, y la serie lo busca de forma juguetona, interrogándonos sobre si lo que nos molestan de las dictaduras es no poder ser los dictadores. De ahí que la voz de Dinklage se comporte casi como una versión educada, académica y apenas políticamente correcta de ese ser bestial, amoral y brutal que era Boogie el aceitoso, aquella gran creación de Roberto Fontanarrosa. Es como si hubiera charlado mano a mano con los espíritus de Hitler, Hussein, Stalin, Amin, Gaddafi y Kim Il-sung, para luego traernos resumidos todos sus aprendizajes y lecciones. Y, de paso, mostrarnos que sí, que el Mal puede triunfar, eternizarse y hasta pretender ser el Bien. Más que documental, Cómo se convirtieron en tiranos es una comedia, y una muy efectiva, pero también oscurísima, que desde el humor nos deja muy inquietos.

-Los seis episodios de Cómo se convirtieron en tiranos están disponibles en Netflix.

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