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Zapatos rojos y los siete enanos

Título original: Red Shoes and the Seven Dwarfs
Origen: Corea del Sur
Dirección: Hong Sung-ho, con la codirección de Jang Moo-Hyun y Young Sik Uhm
Guión: Hong Sung-ho
Voces originales: Chloë Grace Moretz, Sam Claflin, Gina Gershon, Jim Rash, Patrick Warburton, Simon Kassianides, Frederik Hamel, Nolan North, Frank Todaro, Ava Kolker, Asher Blinkoff, Juju Journey
Dirección de arte: ChiYeol Jung, SeoKi Lee
Montaje: Jessica Rojas Ambinder, Young Sik Uhm, Stan Webb
Música: Geoff Zanelli
Duración: 92 minutos
Año: 2019


6 puntos


SIN NOVEDAD, PERO CON ALGO DE GRACIA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Está bien, esta película surcoreana hablada originalmente en inglés y dirigida por Hong Sung-ho ofrece pocas novedades. No solo formales, en su parodia a los cuentos de hadas a lo Disney, sino también narrativas, ya que utiliza algunos recursos que ya había utilizado Shrek, es decir: personajes hechizados que lucen aspectos diferentes a los que tenían originalmente y que tendrán que hacer el obvio pasaje hacia la aceptación personal. ¿Qué la salva del desprecio automático entonces? Que se las ingenia entre tanta pereza para construir personajes carismáticos, algunos chistes que funcionan muy bien y secuencias de acción bien pensadas desde la puesta en escena. Si no es una maravilla, al menos hace correctamente lo que tiene que hacer y se vuelve un entretenimiento aceptable, en ese camino de películas pensadas para ocupar un hueco en la distribución cinematográfica. ¿Conformismo? No, conciencia de clase.

En Zapatos rojos y los siete enanos tenemos a la típica madrastra y bruja que se ha apoderado  del reino y que busca la fórmula de la eterna juventud. Ya maldijo al rey, pero la aparición de la princesa Blancanieves, una joven que no encaja en los cánones de belleza tradicionales, motivará el conflicto: se quedará con unos zapatos mágicos que la dotan de gran belleza física y terminará vagando por el bosque, perseguida por la villana. Por el bosque también andan los siete enanos del título, que no son como aquellos del cuento clásico si no que son siete guerreros muy profesionales y bastante galanes, maldecidos por un hada a la que confundieron con una bruja, y que fueron condenados a lucir como gnomos verdes cuando otra persona los mira. Entre el narcisismo caído en desgracia de estos héroes y la inusitada confianza de la princesa, surgirá la amistad y el romance, y aparecerá la aventura. Si todo parece un poco complejo, Hong Sung-ho tiene la sabiduría para narrar todo con claridad. Incluso, para dosificar las lecciones de vida de una forma que no se vuelvan intragables: la película nunca abandona el humor y la apuesta por el slapstick.

Claro que Zapatos rojos y los siete enanos se mete en algunos berenjenales discursivos a partir de su exceso de corrección política, berenjenales en los que se metía Shrek en su momento pero que lograba sortear con mayor inteligencia. Digamos que si la película quiere decir que la belleza es interior y los cuerpos no importan, es un poco incómodo remarcar la compulsión a la comida de la princesa y tratar de convertir eso en un chiste. Y cómo pensar el conflicto de los gnomos, que en eran bellos y atléticos, y que desean volver a tener esa apariencia. Por eso que Zapatos rojos y los siete enanos funciona cuando olvida el discurso y se dedica a mezclar los cuentos clásicos y apuesta por el ritmo y el movimiento constante, incluso cuando inventa algunas criaturas hermosas como esos animales de madera que pueblan el bosque. Y decimos todo esto olvidando por completo unas canciones horribles que aparecen por allí para certificar que luchan tanto para alejarse de un Disney que ya no es, que terminan convirtiéndose en ese Disney que ya no es.

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