Por Patricio Beltrami
WandaVision es la prueba del enorme crédito que Marvel ha acumulado durante los primeros once años de su Universo Cinematográfico (MCU). En ese sentido, el arribo al streaming parece no haber provocado ninguna clase de sobresaltos en la estructura narrativa general. Incluso, el abrumador éxito del estudio permitió que se tomaran una serie de riesgosas decisiones en el inicio de la Fase 4 y la nueva saga del MCU, como la elección de los superhéroes protagonistas (Wanda Maximoff y Vision) o el formato (sitcom que homenajea a comedias emblemáticas de la historia de la televisión estadounidense).
Sin embargo, uno de los mayores atractivos radica en el conflicto de la historia, particularmente porque luego de tres capítulos todavía se desconoce qué ocurre en Westview, el pueblo donde viven los personajes. Con el paso de los episodios, progresivamente fueron desarrollándose acciones o diálogos que dejaban en evidencia algunas anomalías en la idílica convivencia de Wanda y Vision. De esta manera, la incógnita sobre la verdadera naturaleza de esta realidad se volvió más grande, y lo que en principio parecía encantador se está tornando cada vez más sombrío y turbio.
Si Marvel tenía alguna cuenta pendiente después de las 23 películas de la Saga del Infinito era buscar innovación en las futuras producciones, sobre todo a partir de la extensión a Disney+. En ese sentido, la serie no se queda solo en la recreación de las sitcoms de época, sino que la apuesta narrativa resulta desconcertante para el espectador. Y para ello no solo recurre a una seguidilla de giros arbitrarios sobre el final de los episodios, sino que también introduce elementos extraños, acciones sin sentido, o diálogos y confrontaciones que provocan momentos de tensión. Frente a ello, resultan interesantes los recursos que utilizan para borrar y reemplazar estas anomalías, a fin de que la vida en Westview continúe trascurriendo sin mayores sobresaltos.
A raíz de ello, la principal incógnita al finalizar el tercer capítulo no es qué sucede en WandaVision. Por el contrario, la pregunta es: ¿Cuál es la verdadera realidad donde se desarrolla la historia? Claro está que la vida a través de la sitcom resulta inverosímil, sobre todo teniendo en cuenta todo lo que había ocurrido anteriormente en el MCU. Sin embargo, el mundo ideal de Wanda se encuentra más allá de su imaginación e, incluso, trascurre en un determinado lugar y tendrá consecuencias en la (otra) realidad si no se llegan a contener determinados riesgos que aún se desconocen. Dan pruebas de eso los infructuosos intentos externos para intervenir y rescatar a la heroína, quien reiteradamente ha rechazado estas intromisiones, más allá de los potenciales peligros que esconde su nueva vida en Westview.
De esta manera, Marvel comienza a preparar el terreno que contendrá a los mayores eventos de la franquicia. Si bien en Avengers: Endgame ya se habían presentado elementos vinculados al multiverso, todo indica que la Fase 4 (¿y la Fase 5?) profundizará esa senda, aunque prescindiendo de los elementos tecnológicos que se habían utilizado anteriormente. Por ese motivo, Wanda Maximoff adquiere un papel trascendente en este entramado. En principio, la magnitud de sus poderes le habría permitido crear una realidad paralela para finalmente tener una vida feliz. Ante ello, no hay que descartar que una eventual crisis al final de la serie (probablemente inducida por alguna amenaza mayor detrás de esta puesta en escena) termine provocando la ruptura de los límites entre las realidades que conforman el multiverso.