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Funcinema

Soul

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Pete Docter, Kemp Powers
Guión: Pete Docter, Mike Jones, Kemp Powers
Voces originales: Jamie Foxx, Tina Fey, Graham Norton, Rachel House, Alice Braga, Richard Ayoade, Phylicia Rashad, Donnell Rawlings, Questlove, Angela Bassett, Cora Champommier, Margo Hall, Daveed Diggs
Fotografía: Matt Aspbury, Ian Megibben
Montaje: Kevin Nolting
Música: Jon Batiste, Trent Reznor, Atticus Ross
Duración: 100 minutos
Año: 2020


7 puntos


YO VIVO EN UNA CIUDAD

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

La presencia de Pete Docter en la dirección, la construcción de un mundo paralelo a lo terrenal que tiene vínculo con las emociones de los personajes y el diseño de ese universo tejen lazos ineludibles entre Soul e Intensa-Mente, esa película problemática de Pixar. Aquel film, que indagaba en el subconsciente de una adolescente, resultó un éxito impensado, celebrado incluso por un público que suele minimizar el cine animado. Es lógico, el camino de Intensa-Mente comenzó con una ovación en el Festival de Cannes y eso le dio una suerte de credencial de obra mayor. No lo era, pero a través de ciertas analogías efectistas y su especulación pseudo-científica sobre las emociones disimulaba su pereza narrativa y visual, su subrayado y didactismo exacerbado, y se congraciaba con quienes buscan algo elevado y, claro que sí, un aforismo para pegar en la puerta de la heladera. Intensa-Mente estaba más cercana al universo diseñado al exceso de Christopher Nolan que de la emoción genuina pregonada históricamente por Pixar. Y su éxito abrió una brecha dentro de la compañía, una puerta peligrosa hacia la búsqueda de la trascendencia fofa.

Hay que reconocer que los lazos que mencionábamos al comienzo de este texto son algo más que eso. El que hay es un lazo estético y temático, obvio, pero hay también una cuerda que vuelve a tocar Docter en función de llevar, innecesariamente, el universo Pixar a un terreno más pretencioso. Sin embargo hay que reconocer que Soul, a diferencia de Intensa-Mente, tiene méritos más allá de su cháchara trascendentalista sobre la vida. En la película, un docente de jazz a desgano está a punto de conseguir trabajo en la banda de su cantante favorita. Tan emocionado está, que no observa un hueco en la calle y termina cayendo y quedando en coma. Y mientras esto sucede, su espíritu viaja a una tierra donde se cruzan las almas a punto de morir y las que están a punto de nacer. Es sí uno de esos espacios metafóricos con los que el cine se suele empantanar en explicaciones innecesarias y que presentan funcionamientos que, algunos autores, suponen que deben ser explicados. Docter es de esos. Como en Intensa-Mente, hay una mirada burocrática que piensa esos sistemas como espacios laborales, pero a diferencia, la relación de lo que sucede entre ambos mundos no es tan directa. O en todo caso no hay una relación de causa-efecto que vuelva todo evidente y rutinario. Una vez que Soul explicó lo suyo, juntó a los protagonistas y los soltó a la aventura, es cuando comienza a fluir narrativamente porque devuelve lo mejor de Pixar: el humor, el uso del slapstick, la sensibilidad y la capacidad para trabajar la emoción desde la gestualidad.

Soul retoma algunos tópicos habituales de Pixar como son la vocación, las pasiones, la construcción de un destino personal. Claro que su pecado es no poder hacerlo del todo a través de la acción y la aventura (algo que Docter supo hacer en Monsters Inc. o en Up!, por ejemplo) y cae en ocasiones en lo discursivo, como la frase que cierra la película. Ahora bien, Soul tiene una gran virtud, que es la de saber construir los espacios que habita el protagonista, quien en su viaje por la ciudad (una Nueva York resplandeciente y hermosa, pero también algo melancólica) termina justificando la epifanía final: una ciudad, sus rincones y su geografía, como cobijo identitario; su gente, con su pesares y alegrías, como nexo emocional donde reflejarse. Es ahí donde la película consigue una poética visual sólida, y no tanto en el más experimental mundo espiritual, donde algunas búsquedas lucen algo apuradas y sin demasiado desarrollo, pragmáticas y funcionales, como ese villano que no termina de definirse del todo.

Es finalmente la aventura urbana, que se esconde bastante en la promoción de la película en pos de explotar el costado más surrealista de su animación, la que emociona y hace vibrar a Soul. Vibrar como algunas notas musicales de su sólida banda sonora, como algunas imágenes poderosas de la ciudad y como el vínculo de esos dos personajes destinados a ser fundamentales uno en el otro y con el otro (la dualidad es otro de los valores de Pixar). Es sí una película imperfecta, fallida en la relación algo forzada de dos universos, pero mucho más libre y menos atada a las explicaciones psicologistas de su propio sistema narrativo. Docter entiende en determinado momento, como su protagonista Joe, que debe soltar y dejar ser. Y ahí está finalmente la moraleja hecha acción de una película extraña, algo enrevesada, pero definitivamente querible.

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