Funcinema

24 líneas por segundo: el cine que no pudimos ver

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Cuando era chico, en la casa de mis padres mirábamos los ciclos de cine nacional que pasaban en Canal 10 o Canal 8. Por lo general eran ciclos nocturnos en los que emitían películas de Porcel y Olmedo, aquellas picarescas castradas de tiempos de la dictadura en las que ambos comediantes merodeaban la infidelidad sin demasiada suerte. Entre chiste misógino y chiste homofóbico, siempre había alguna escena de cama que llevaba a un pequeño acto de autocensura: con mi hermano sabíamos que era el momento de taparse los ojos. Apenas se vislumbraba un poco de piel, acatábamos la orden parental y dejábamos de ver, aunque seguíamos escuchando de fondo esos diálogos lascivos y sexuales. No recuerdo volver a ese cine, por lo que las comedias de Porcel y Olmedo existen en mi memoria con aquellos recortes. El efecto ojos tapados volvió luego con las primeras películas de terror que intenté ver, antes de renunciar a un género con el que la paso decididamente mal. El momento del crimen o de la aparición del monstruo (recuerdo que me costaba pasar por la puerta del videoclub de San Juan y Gascón que tenía en la puerta el póster de Pesadilla) lleva a un correspondiente desvío de la mirada o decididamente a un taparse los ojos para no ver el horror. Como decía, nunca más intenté mirar películas de terror. Porque hay algo que me resulta complejo: ¿cuál es el sentido del terror si no puedo mirar aquello que resulta clave en el género? Con la comedia pasa algo parecido. Cuando la película es muy graciosa, es imposible mantener la compostura. Ante un gag efectivo, el reír a carcajadas genera movimientos corporales infrecuentes, sacudones de cabeza, cuando no un taparse la cara con las manos para contener el llanto de risa. En el teatro los actores suelen detenerse sutilmente para evitar que las risas de la platea tapen un próximo chiste. En el cine eso es imposible. Y cuántas veces las carcajadas generales (o las propias) nos impidieron escuchar la siguiente humorada. Intervenciones personales ante los estímulos de las películas, recortes que son únicos e individuales. Y la curiosidad de un arte para ver, que nos provoca reacciones que nos llevan a no mirar.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.