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Downhill

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Nat Faxon, Jim Rash
Guión: Jesse Armstrong, Nat Faxon, Jim Rash, basados en el film de Ruben Östlund
Intérpretes: Julia Louis-Dreyfus, Will Ferrell, Miranda Otto, Zach Woods, Kristofer Hivju, Zoe Chao, Giulio Berruti, Julian Grey, Ammon Jacob Ford, Matt Lindquist, Nadiv Molcho, Kimberly Rydell, Peter Schorn, Ferdinand Ramml
Fotografía: Danny Cohen
Montaje: Pamela Martin, David Rennie
Música: Volker Bertelmann
Duración: 86 minutos
Año: 2020


7 puntos


EL MATRIMONIO EN PICADA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

La manía de los norteamericanos por hacer remakes de todas las películas extranjeras que tienen cierto éxito también alcanzó a Force majeure, el film del sueco Ruben Östlund que en 2014 tuvo un positivo paso por festivales y mercados internacionales. De hecho, posicionó al director como uno de los pocos realizadores europeos capaces de conseguir estreno comercial en múltiples países: cuatro años después, por ejemplo, logró la nominación al Oscar para The square, premio que se terminó llevando la chilena -y más agendableUna mujer fantástica. Pero no veníamos a hablar de Force majeure ni de Östlund, sino de la remake, Donwhill, aunque obviamente en este territorio las comparaciones son inevitables y el éxito de toda remake se termina poniendo en crisis cuando se la compara con la original. En ese sentido, hay que reconocerle al film de Nat Faxon y Jim Rash, los mismos de la interesante Un camino hacia mí, que tiene su personalidad y hasta logra tomar una distancia apreciable del original.

Force majeure toca un tema bastante universal, como es la disolución de una pareja y cómo eso arrastra a los integrantes de una familia. Por eso, que al fin de cuentas no haya tanto territorio para la especulación y las variantes. Lo singular está dado en el tono y en algunas resoluciones, que por herencia cultural en el film sueco son más secas y simbólicas mientras en el norteamericano son algo más subrayadas y explosivas. En lo concreto, Downhill sigue a una familia estadounidense integrada por el padre, la madre y los dos hijos, y los chisporroteos que se van dando durante unos días de vacaciones en un resort europeo. Como en el original, una avalancha termina siendo el elemento que genere el cortocircuito: mientras intentan almorzar en la terracita de un hotel, la nieve avanza hacia ellos y si la madre se queda aterrorizada protegiendo a sus hijos el hombre toma su celular y sale corriendo. A partir de ahí se empieza a generar una distancia entre los puntos de vista de ambos, que terminará con una crisis marital bastante tensa: para ella lo que vivieron fue un espanto, mientras que para él la cosa estaba bastante controlada y no fue para tanto. El conflicto entre la madre protectora y presente y el padre ausente y despreocupado.

Un detalle que no mencionamos hasta el momento es que Downhill tiene como protagonistas a Julia Louis-Dreyfus y Will Ferrell, y esa es una elección que de alguna manera vuelva más explícito el sentido asordinado del humor del film de Östlund. Si la película sueca se balanceaba entre un humor hierático y un drama intenso en la tradición bergmaniana generando incomodidad en el espectador, la versión norteamericana pretende enlazar el drama y la comedia en la tradición del melodrama indie. Y ahí tal vez  radique alguna de las falencias de la película, ya que no termina de ser lo suficientemente cómica ni lo profundamente dramática. Claro, Louis-Dreyfus y Ferrell son dos intérpretes sensacionales, que logran volver humanas y absurdas a estas criaturas un poco apresadas por el peso de lo simbólico. De todos modos un gran acierto de Faxon y Rash es el de concentrar la tensión en este núcleo familiar, sin abrir hacia otras subtramas como lo hacía Östlund. Eso permite que la película dure media hora menos, pero además que se concentre narrativamente sin querer hacer una lectura general. Downhill termina siendo una película mucho menos ambiciosa desde un punto de vista formal (también un poco más banal), pero termina llegando al mismo lugar de inseguridad que arribaba la original. Más allá de la sanación a la que pueden aspirar los personajes, nada termina corrigiéndose del todo una vez que se resquebraja.

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