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Stuber

Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: Michael Dowse
Guión: Tripper Clancy
Intérpretes: Dave Bautista, Kumail Nanjiani, Mira Sorvino, Natalie Morales, Iko Uwais, Betty Gilpin, Karen Gillan, Jimmy Tatro, Steve Howey, Rene Moran, Amin Joseph, Christine Horn, Trevor Shand, Kyle Zingler, Halleta Alemu, Melody Peng
Fotografía: Bobby Shore
Montaje: Jonathan Schwartz
Música: Joseph Trapanese
Duración: 93 minutos
Año: 2019


7 puntos


APRENDIZAJE EN UN AUTO ELÉCTRICO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Hay elementos que ya empiezan a predominar en las comedias de Michael Dowse: la amistad como constructor de identidad, las parejas desparejas, el aprendizaje como un proceso sinuoso y –con especial énfasis- la violencia tanto física como verbal como una forma de construir mundos propios. Stuber es, en ese sentido, su película más moderada y controlada, aunque deja entrever algo del tono cuasi anárquico y definitivamente salvaje de Coffee y Kareem y Goon, por citar un par de films del realizador.

La estructura de Stuber comparte unos cuantos rasgos con la de Coffee y Kareem, que se estrenó menos de un año después: ambas colocan a sus protagonistas de forma un tanto involuntaria en una trama policial que involucra criminales y agentes corruptos, en un margen acotado de tiempo y con pocas chances de supervivencia, lo cual funciona como trampolín para un variopinto recorrido urbano. En este caso tenemos a Stu (Kumal Nanjiani), un empleado de una tienda que también trabaja como conductor de Uber al que le toca como pasajero un detective, Vic Manning (Dave Bautista), que está empeñado en atrapar a un escurridizo narcotraficante (Iko Uwais), aunque sus severos problemas de vista le impidan desempeñarse adecuadamente.

La puesta en escena de Dowse va repartiendo los chistes a lo largo del relato con sapiencia, sin agotar a los protagonistas y las situaciones, aunque tenga algunos pozos narrativos: si el arranque es con una potente secuencia de acción, los siguientes minutos son algo derivativos y a la película le cuesta redondear su premisa. Pero en cuanto lo hace, Stuber va cobrando ritmo y dinamismo, de la mano de un humor que por momentos es bastante brutal y no tiene miedo de generar incomodidad. Pero el riesgo no solo está de parte de Dowse y cómo apela a la acción para construir comedia, sino también de Nanjiani, que delinea un personaje que de a poco va dejando salir su lado más salvaje, y especialmente de Bautista, que con su cuerpo gigantesco construye un monumento a la torpeza y la pérdida de referencia espacial.

En su esencia, el de Stuber es un relato de viaje y aprendizaje, con dos protagonistas recorriendo una ciudad hostil, donde casi todos los atacan de distintas formas, aunque de vez en cuando se encuentren con las personas que les dan una mano en el momento menos pensado. Por ejemplo, hay una escena en el vestuario de un bar de strippers masculinos que es tan dulce como bestial. Ahí es donde la película, injustamente ignorada, demuestra que, aun de formas retorcidas, siempre pone por delante a sus personajes, a los que acompaña sin juzgarlos, aun en sus miserias. Stuber es un film directo y honesto, que utiliza los aspectos virtuosos de la violencia (física y oral) en función de una comedia sin condicionamientos. El cine de Dowse, que ocupa un lugar totalmente secundario en la industria hollywoodense, definitivamente vale la pena.

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