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Recapitulación de Better call Saul: Namaste

Por Mex Faliero

(@SanLuisMelisa)

El de esta semana fue un capítulo que, a simple vista, pareció el menos interesante en lo que va de la quinta temporada. Y sin embargo Namaste fue otro gran episodio de Better call Saul, en el que la psicología de los personajes se siguió movilizando, los diálogos demostraron la enorme escritura de Vince Gilligan y Peter Gould, y la puesta en escena exhibió el virtuosismo habitual. Es que Better call Saul hace rato que ingresó en estado de gracia Mad Men, un estado en el que aunque se esté hablando de nada siempre resulta fabuloso. Uno de esos momentos que definen a los personajes llega cuando Kim se queda barriendo en la calle los vidrios que quedaron como herencia de su noche de borrachera, la cual vimos en el capítulo anterior. Ese balanceo entre mandar todo a la mierda y mantener el control es lo que hace imprevisible a ese personaje. O cuando Fring maltrata a un empleado como respuesta a la tensión que le genera una redada coordinada por la DEA que es en verdad una trampa. Claro, a la luz de los hechos, Namaste fue un capítulo en el que desde lo dramático se sentaron las bases para cosas que ocurrirán en el futuro, digamos uno de relleno como suele decirse habitualmente, pero que en el espíritu de esta serie es un relleno de lo más sabroso (tal vez lo único que no termina de cerrar es esa deriva en la que se encuentra Mike, un poco estancado en sus propias miserias y sin un propósito en términos narrativos: aunque habrá que ver a dónde lleva lo que sucede en el final). Básicamente Namaste se centró en el trabajo de Jimmy/Saul y Kim (lo que hace Goodman en un juicio es simplemente antológico), y en una inesperada voltereta de ella: convocar a su pareja para que resuelva el conflicto que está teniendo con Mesa Verde. El capítulo arrancó con una de esas estupendas secuencias cliperas de montaje, con Saul buscando objetos contundentes en una tienda de antigüedades. El suspenso está dado en relación a unos bolos que se lleva y a la ubicación temporal de ese momento: ¿cuándo hará uso de esos bolos? es la pregunta que nos hacemos. Aunque seguramente el gran momento de Namaste sea el diálogo que comparten Howard Hamlin y Saul, y que pone a Saul ante una inesperada encrucijada. No sólo que el diálogo está brillantemente escrito y actuado (por Patrick Fabian y Bob Odenkirk), sino que vuelve a señalar lo sorpresivo del avance de una serie que nunca se confirma con el camino recto aunque, en algunos casos, conozcamos el final. A esta altura Better call Saul ya no es el spin-off de Breaking bad, es algo mayor.

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