Por Rodrigo Seijas
ATENCIÓN: SPOILERS
La novena temporada de The walking dead ya había terminado realmente en el episodio anterior, The calm before, con la matanza perpetrada por los Susurradores. De ahí que The storm funcione más como una excusa para dejar latentes algunos elementos que servirán de base para la décima entrega y que sea el final de temporada más corto desde el cuarto año de la serie.
Si la tormenta que deben afrontar las comunidades amenazaba con ser un evento catastrófico, termina siendo algo decepcionante, al menos desde lo narrativo. Es cierto que los habitantes del Reino deben dejar sus hogares y huir rumbo a Alexandria, donde también surgen dificultades a partir de la presencia de Negan, pero en muy pocos momentos hay niveles de tensión sustancialmente altos.
Incluso la decisión por parte de la gente del Reino de adentrarse en territorio de los Susurradores para eludir el pico de la tormenta suena un tanto predecible y no genera nada inesperado, a pesar de que la secuencia donde los muertos vivientes salen de entre la nieve tiene su atractivo. Menos suspenso aún forja la subtrama de Judith perdiéndose por querer encontrar al perro de Daryl, con Negan acudiendo al rescate.
Lo más relevante del relato pasó por lo íntimo: la autoflagelación –un poco cansadora- por parte de Lydia, sintiéndose culpable por las muertes ocurridas recientemente, especialmente la de Henry; la crisis de pareja que atraviesan Ezekiel y Carol luego del asesinato de su hijo; el dilema que enfrenta Daryl, entre permanecer en la comunidad o volver a hacer la suya; o el simpático –aunque un tanto forzado- vínculo que se va dando entre Judith y Negan. Pero fueron apenas unos chispazos dentro de un capítulo que terminó teniendo atractivo más que nada desde lo formal, a partir de la cuidada fotografía y ambientación para componer el paisaje nevado o el uso del sonido para darle entidad al fuera de campo.
Además de mostrar el arribo de la gente del Reino a Alexandria y un diálogo en el cual Michonne y Negan parecen empezar a hallar puntos de coincidencia y quizás colaboración; el episodio, en los últimos minutos, va a lo que más interesa. Por eso reaparecen los Susurradores, a través del inquietante diálogo entre Alpha y Beta, que insinúa una futura y más definitiva guerra; y el cierre es con una comunicación por radio entre Judith y Ezekiel, que apenas termina, cuando ambos abandonaron el contacto, deja oír a alguien más en la frecuencia. El gran enigma, obviamente, es a quién pertenece esa voz intentando comunicarse. Pero, mientras tanto, The storm es un epílogo con escasa potencia.