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Emboscada final

Título original: The Highwaymen
Origen: EE.UU.
Dirección: John Lee Hancock
Guión: John Fusco
Intérpretes: Kevin Costner, Woody Harrelson, Kathy Bates, John Carroll Lynch, Thomas Mann, Dean Denton, Kim Dickens, William Sadler, W. Earl Brown, David Furr, Jason Davis, Josh Caras, David Born, Brian F. Durkin
Fotografía: John Schwartzman
Montaje: Robert Frazen
Música: Thomas Newman
Duración: 132 minutos
Año: 2019


6 puntos


LOS CAMINOS DE LA VIOLENCIA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Curioso director John Lee Hancock. Si bien todavía no filmó ninguna gran película, hay algo en su cine -filmado un poco a reglamento- que se distingue: en primera instancia lo que sobresale es su interés por historias verídicas que registren eventos y personajes fundantes de la cultura norteamericana, aún cuando cuente historias mínimas como la de Un sueño posible. En Hambre de poder o en El sueño de Walt (con íconos más representativos) podemos ver el registro de una cultura sostenida en la persistencia y en el éxito como horizonte principal, donde el dinero y el estatus que se alcanza socialmente gracias a él es lo que moviliza las acciones y los objetivos. Pero también el Ray Kroc de Michael Keaton, el Walt Disney de Tom Hanks o la Leigh Anne Tuohy de Sandra Bullock son personajes que amables en superficie, con una oscuridad apenas disimulada. Las películas de John Lee Hancock son ciertamente celebratorias de estos personajes y su necesidad de triunfar, son también profundamente norteamericanas, pero tienen la honestidad de carecer de doble moral o de juicios de valor: sus personajes son, se enfrentan a determinado mundo, seguramente triunfen, pero hay algo en ese éxito que lo hace incompleto aunque en la apariencia reine la bondad. Esa claridad con la que el director narra, que muchas veces lo obliga a recurrir a una linealidad formal algo alarmante, vuelve a sobresalir en Emboscada final, quizás su película más retorcida y oscura a la fecha.

El film distribuido por Netflix cuenta la tarea que llevaron adelante los rangers Frank Hamer y Maney Gault para capturar a la pareja de criminales conocidos como Bonnie y Clyde; dueto de asesinos sumamente violento que terminó acribillado a balazos. La película cuenta cómo estos agentes fueron convocados luego de que los rangers habían sido disueltos y cómo sus métodos comienzan a enfrentarse a los más burocráticos del incipiente FBI. Emboscada final es un poco buddy movie en la reunión de Hamer (Kevin Costner) y Gault (Woody Harrelson), otro tanto road movie ya que transcurre mayormente en la larga persecución sobre los criminales por las rutas del sur norteamericano, pero fundamentalmente impera un aire de western, donde lo que vuelve a imponerse es una mirada sobre la justicia y su forma de aplicarla. Allí se nota la mano del experimentado guionista John Fusco, con experiencia en films como el western generacional Demasiado jóvenes para morir. A partir de todos los elementos en juego, John Lee Hancock construye una interesante reflexión sobre los Estados Unidos y su vínculo con la violencia.

La clave aquí son Hamer y Gault, su relación con la justicia y fundamentalmente con una sociedad que modificó ciertos códigos y convierte a personajes como Bonnie y Clyde en ídolos populares. A través de su mirada, pero fundamentalmente de sus dos cuerpos castigados (Costner y Harrelson están notables), los rangers avanzan seguros de lo que tienen que hacer, pero con las dudas que aporta la evidencia de saberse tipos de otros tiempos. Claro que en Gault hay una mirada más culposa, y es precisamente quien mira con más atención el contexto: durante su largo viaje atraviesan buena parte del mapa y se enfrentan a una sociedad abrumada por la pobreza y la precariedad. En eso Emboscada final se parece a otro western disimulado, Sin nada que perder, aquella gran película de David Mackenzie. Como decíamos, John Lee Hancock sigue a sus personajes, registra su forma de pensar y sostiene sus lógicas impecables, más allá de que pueda chocar con nuestros ojos contemporáneos. Pero si Emboscada final no es una película mejor es porque el director no termina de definirse como un gran narrador y lo suyo es la ilustración prolija. Hay mucho de eso en la película, de falta de pasión y tensión que la vuelve un tanto irregular.

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