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Demoliendo Otelo


Muy buena


EL ROMPECABEZAS TEATRAL

Por Melina Martire

(@funcinemamdq)

La Compañía Del Revés celebra sus diez años de existencia con Demoliendo Otelo. A lo largo de su trayectoria han realizado diversas versiones de clásicos del teatro y la literatura, con una estética muy personal, basada en la investigación actoral, musical y espacial. Apuntando, además, a un público amplio que va desde los más pequeños hasta los adultos.

La historia del Otelo de William Shakespeare es bastante conocida. Para defender a Chipre, una de sus posesiones, los venecianos confían el mando de su armada al moro Otelo, un extranjero. Este se casa en secreto con Desdémona, la hija del dux de Venecia, y eso desencadenará la tragedia. Yago, oficial de poco rango cercano a Otelo, envidioso porque este nombra lugarteniente a Casio y no a él, comienza a tramar la conspiración de la traición y enloquece al moro, volviéndolo víctima de los celos. Inventa una historia de amor entre Casio y la mujer, y como buena tragedia, todo termina muy mal para los protagonistas.

¿Qué podría entonces contarse de nuevo sobre este argumento tan revisitado? Demoliendo Otelo demuestra con sólidas herramientas teatrales que puede volver a Shakespeare con una mirada creativa y crítica desde la sociedad actual.

Un espacio casi despojado de elementos escenográficos. La obra comienza cuando los actores de una compañía teatral independiente ensayan la obra isabelina, bajo las órdenes de un director déspota y engreído. El los presenta, les da y quita la palabra, les marca los límites de la representación. Es que el escenario se encuentra dividido entre dos espacios, aquel donde sucede la ficción, y otro espacio que lo bordea, por donde están autorizados a caminar los actores cuando no son personajes.

Siguiendo la tradición de los seres ficcionales rebeldes de Trescientos millones, de Roberto Arlt y de Seis personajes en busca de un autor, de  Luigi Pirandello, aquí estos seres cuestionarán los hechos de la trama shakesperiana, a la luz de las ideas del empoderamiento feminista y la violencia de género, el trabajo colectivo, y la disolución de las jerarquías de poder. Para sorpresa del director, sus actores se rebelarán, desbordando todo límite escénico, interpelando al público a los ojos, intentando torcer el rumbo de trágico de la pieza que representan.

Pero no sólo cuestionan, de este modo, la posibilidad y necesidad de actualizar el tratamiento de textos clásicos, sino que también problematizan el propio estatuto de representación, y se auto-cuestionan. Utilizando el recurso del teatro dentro del teatro, los actores reflexionan sobre su rol hacia el interior de la obra, exponen las discusiones que pueden surgir en un elenco, el desacuerdo por las decisiones que toma el director y, sobre todo, analizan el estatuto de trabajadores del arte. La actividad artística independiente que debe sortear dificultades por la carencia de recursos económicos, por la falta de un espacio y tiempos apropiados para la experimentación, por no poder subsistir exclusivamente de ese trabajo, etcétera.

Esa deconstrucción que realizan está sostenida principalmente por las sólidas actuaciones. Los actores han desarrollado a lo largo de esta década de trabajo colectivo un sorprendente manejo de la escena. Cambios precisos de ritmos y vestimentas (cabe destacar el dedicado trabajo puesto en un vestuario que denota la majestuosidad de la época representada), entradas y salidas dinámicas, jerarquización adecuada de los momentos representados del texto de Shakespeare.

Ese descocer y volver a cocer permanente de la trama, para generar nuevas formas, se hace presente también a través de la composición musical. Escuchamos motivos sumamente contemporáneos y descontracturados que, sin embargo, pueden corresponderse perfectamente con los tiempos isabelinos.

Demoliendo Otelo no le teme al desmoronamiento que provoca, en los límites entre el texto clásico y el tiempo actual. La Compañía Del Revés sabe transformar los escombros en materiales originales para el juego escénico, y para el cuestionamiento del trabajo artístico.


Dramaturgia: Compañía Del Revés, Marco Álvarez Actúan: Juan Bampini, Juan Bär, Julieta Cazabat, Valeria Fernández, Valeria Ortega Vestuario: Romina Grande Escenografía: Compañía Del Revés, Model Hage Srl, María Chevalier Máscaras: Romina Grande Diseño de luces: Marco Álvarez Diseño De Sonido: Tomás Pagano, Matías Schurjin Diseño gráfico: María Chevalier Fotografía: Santiago Henríquez Prensa: Débora Lachter Dirección de actores: Leandro Rosati Duración: 55 minutos Dirección: Marco Álvarez Sala: El Astrolabio Teatro (Terrero 1456, CABA) – Jueves a las 21:00.

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