No estás en la home
Funcinema

La bestia invisible

Buena


LO QUE TAMBIÉN SE HEREDA

Por Juan Cruz Bergondi

(@funcinemamdq)

Un estudio sobre la memoria parece ser el puntapié de La bestia invisible. Hace unos años, publicaron una investigación hecha con ratones de laboratorio para ver cómo el miedo pasaba de una generación a otra. Ante el olor de los cerezos los ratones sufrían descargas eléctricas, que les impedían durante un tiempo reproducirse. El miedo al olor de los cerezos pasó de un ratón al otro incluso cuando la fertilización fue asistida, lo que llevó a los científicos a pensar que nada tiene que ver el fin de la vida con la muerte de la memoria. La obra que Nayla Pose dirige en El Brío profundiza en lo que a la ciencia le importa poco: qué pasa con los ratones que no saben de dónde viene el miedo.

Más que personajes, hay discursos. El miedo toma, entre otras, la forma de los niños que fatigan las calles de la posguerra europea; la de las broncas entre españoles emigrados, republicanos o fascistas; la del que olvidan de retirar del jardín de infantes; la del que sólo se le ocurre un cuento que leyó de chico y necesita que lo tomen de la mano para poder hablar. Diez siluetas pueblan una escena llena de nostalgia, donde el peso de lo pasado -¿en carne propia o en la memoria de otras vidas?- sólo puede cargarse cuando se baila frenético al ritmo de la música electrónica.

Armados de unos micrófonos y artefactos lumínicos, los actores en la sala casi vacía -a no ser por unas sillas y la mesa- tienden cables entre ellos, entre los textos que funcionan a la manera de un collage, entre las zonas oscuras que necesitan exponer. El resultado es un mapa de puntos luminosos que están en constante movimiento. Puede que el funcionamiento de las neuronas en el cerebro forme una imagen semejante. Quizá la única manera de combatir el miedo sea -como parece querer decir La bestia invisible– estar juntos, contenerse y acompañarse: reconocer en las diferencias que hay siempre un punto de encuentro.

La directora decide que la puesta en escena se construya desde adentro hacia afuera: es la misma obra la que interviene la imagen y los sonidos. La disposición de los cuerpos en el espacio está regida evidentemente por un principio estético más que por las convenciones de lo dramático. En el elenco -de un nivel muy parejo y direccionados con la misma vara- se puede sentir el amor que sólo la artesanía transmite -como el del Teatro El Brío, como el de todo el circuito llamado independiente. Los momentos en que se apela al humor son al mismo tiempo los que refrescan y -quizá por eso mismo- aportan mayor densidad. En la obra se advierte a partir de la atmósfera que instala- una invitación a reflexionar, y le queda, entonces, a cada espectador, el sacar sus propias conclusiones.


Dramaturgia: Nayla Pose Texto: Emmanuelle Cardon, Florencia Halbide, Germán Leza, Paola Lusardi, Federico Manzioni, Loló Muñoz, Julián Ponce Campos, Nayla Pose, Nahuel Saa, Mariano Saba, Lucia Szlak, Marian Vieyra Actúan: Emmanuelle Cardon, Florencia Halbide, Germán Leza, Paola Lusardi, Federico Manzioni, Loló Muñoz, Julián Ponce Campos, Nahuel Saa, Lucia Szlak, Marian Vieyra Diseño gráfico: Lucia Szlak Prensa: Nahuel Saa Dirección: Nayla Pose Duración: 70 minutos Sala: El Brío – Espacio de Investigación Teatral (Avenida Álvarez Thomas 1582, CABA) – Sábados a las 22:00. Hasta el 29 de septiembre.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.