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Recapitulación de Better call Saul: Chicanery

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Atención: se comentan detalles del argumento.

De explosión en explosión, así va esta tercera temporada de Better call Saul. Chicanery, el quinto capítulo, es una pequeña pieza maestra que trabaja la tensión durante cuarenta y pico de minutos para llegar a esa explosión final, que en este caso es la de Chuck McGill. Finalmente los hermanos se enfrentan en el territorio donde la serie ha definido su camino: el ámbito judicial. Y el cruce no podía ser más fascinante, con ambos McGill apelando a los recursos habituales: el mayor, mostrándose sereno y comprensivo pero siempre ético y aferrado a la ley y la justicia; el menor, con la verborragia característica pero aplicando sus pequeños golpes de “azar”, que en verdad no son más que manipulaciones al límite de lo legal con los que saca su rédito. Aunque en este caso, el triunfo parece una derrota.

Si Better call Saul ya ha puesto la vara alta desde un punto de vista formal e incluso actoral, con un trabajo de montaje, encuadre, fotografía y musicalización impecables, y un grupo de intérpretes en la cima de su talento, esta vez los que se llevan todas las palmas son Vince Gilligan, Peter Gould y Gordon Smith, los escritores de un capítulo magnífico que empieza con un flashback familiar que no entendemos muy bien hacia donde lleva hasta que el rulo final nos deposita en el lugar correcto y que resignifica todo. Allí vemos a Jimmy y Chuck complotando para que Rebecca, la ex esposa del hermano mayor, no sepa de la fobia a la electricidad que padece Chuck. Habrá que seguir hasta el final para que comprendamos la fuerza de ese arranque.

El capítulo está centrado en el juicio que le llevan adelante a Jimmy, quien se enfrenta a la posibilidad de perder su título de abogado. Tan centrado está, que Mike ni se hace presente y toda esa subtrama narco-policial queda fuera de escena. En cuanto al proceso contra Jimmy, uno de los testigos es Chuck, quien se empecina en ir a declarar contra la opinión de Howard Hamlin. Obviamente, el capítulo se guarda el enfrentamiento entre hermanos para el final. Hasta llegar a eso, Chicanery demuestra que en su escritura hay un gran conocimiento de películas y series ambientadas en tribunales. Pero a medida que avanza, sabemos que Jimmy trama algo aunque desconocemos los alcances.

En primera instancia es la aparición de Rebecca durante el proceso, lo que pone a Chuck en el lugar de tener que reconocer su enfermedad ante su ex mujer: la salud del hermano es lo que buscan instalar Jimmy y Kim para desviar la atención. Pero hay más, porque entra en escena el buen Huell (guiño a Breaking bad) y, todos sabemos, con él entran en escena las trapisondas que el título del episodio anticipaba. Y lo que ingresa, entonces, son esos trucos de mago tramposo con los que Jimmy se hará finalmente famoso. Lo que no esperábamos, en todo caso, es que la maniobra de Jimmy termine con un Chuck descolocado, sacando toda la mierda de su interior, mostrando el desprecio que tiene por su hermano. El tramposo de su hermano. Y si Chuck tiene toda la razón del mundo, también es cierto que Better call Saul tiene la habilidad de mostrarnos el lado horroroso de esa ética y moral inquebrantable que el mayor de los McGill aplica, esa ambigüedad quera la sal de Breaking bad. El desbarrancar de Chuck es un momento triste, terrible, porque es la revelación sin red de una persona franqueada por su salud mental. No hay felicidad en el rostro de Jimmy cuando esto sucede, tal vez porque nunca imaginó la crueldad que su método terminaría implicando. Por cierto, el último plano es memorable.

El capítulo es fascinante y perfecto, y parece ser un clic importante dentro de la serie. Y, no los quiero ilusionar, pero en el teaser del próximo episodio, Off brand, se escucha un nombre: Saul Goodman.

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