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Enemigos de sangre

Título original: Welcome to the punch
Origen: Reino Unido / EE.UU.
Dirección: Eran Creevy
Guión: Eran Creevy
Intérpretes: James McAvoy, Mark Strong, Andrea Riseborough, Johnny Harris, Daniel Mays, David Morrisey, Peter Mullan, Natasha Little, Daniel Kaluuya, Ruth Sheen, Jason Flemyng, Elyes Gabel, Robert Portal, Jason Maza
Fotografía: Ed Wild
Montaje: Chris Gill
Música: Harry Escott 
Duración: 99 minutos
Año: 2013


6 puntos


SUPERFICIES LONDINENSES

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Max Lewinski (James McAvoy) ha estado siempre tras los pasos de Jacob Sternwood (Mark Strong). El primero es de esos detectives obsesivos hasta la médula, que pareciera no tener otro foco de atención en su vida más que la labor policial. El segundo es de esos ladrones expertos que planifican todo al detalle. Max estuvo muy cerca de atrapar a Jacob, pero el segundo consiguió huir al exterior, dejándole de paso al primero una herida en la pierna como recuerdo. Pero Jacob se ve obligado a volver cuando su hijo termina en el hospital luego de un robo que sale muy mal, con lo que Max tendrá una nueva oportunidad para atraparlo. Sin embargo, nada será tan fácil ni tan lineal, porque hay muchas más cosas en juego.

De eso trata Enemigos de sangre (traducción bastante insólita para el original Welcome to the punch), de cómo hay sujetos con determinados códigos de conducta y miradas sobre el mundo que los ponen en veredas opuestas, pero que en ciertas circunstancias, precisamente por los códigos a los que se aferran, terminan del mismo lado, chocando contra poderes que los sobrepasan. Max y Jacob se irán dando cuenta que ese robo fallido es solo la punta de un iceberg de un entramado que involucra no solo a criminales, sino también a lo más alto del Departamento de Policía de Londres e incluso a sectores políticos muy interesados en implementar reformas de mano dura. Ambos deberán unirse, justo cuando las líneas que separan el bien del mal empiezan a hacerse muy borrosas y todo entra en una zona gris.

El film de Eran Creevy, a pesar de su argumento repleto de intrigas, giros y vueltas de tuerca, no deja de transitar unos cuantos lugares comunes, aunque lo hace con solvencia. Lo logra en buena medida gracias a su sólido elenco, donde se destacan un McAvoy un tanto desbordado pero también noble en su composición; un Strong cuyo papel le calza como anillo al dedo; más los efectivos aportes de Andrea Riseborough, Johnny Harris, Daniel Mays, David Morrisey y especialmente Peter Mullan. También hay un elaborado trabajo con lo espacial desde la fotografía: la Londres de Enemigos de sangre es una ciudad de contrastes, de superficies lustrosas y brillantes que esconden un submundo de podredumbre que alcanza su máxima expresión en un depósito de containers que le da nombre al título original de la película.

Despareja en su concepción, pero con unos cuantos elementos interesantes desde su abordaje genérico e incluso su mirada política, Enemigos de sangre es una muestra de cierta capacidad innata que posee el cine británico para construir policiales. Indudablemente, Londres es otro rico territorio para poner en crisis las concepciones sobre la ley.

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