No estás en la home
Funcinema

Recapitulación de Homeland: Fair game

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Con la excepción de su notable piloto, los arranques de temporada de Homeland siempre han sido discretos. Ahora, cuando decimos discretos, no es porque sean de bajo nivel, sino sus tonos, climas y desarrollos narrativos se han basado en la discreción, incluso en el mero despliegue informativo. Sirven para presentar la situación actual de los protagonistas, introducir a nuevos personajes e ir delineando algunos conflictos. Dentro de este marco de referencia, Fair game es un capítulo ejecutado con fluidez y pericia, que se sostiene sin problemas, pero tampoco aporta nada particularmente distintivo.

Lo cierto es que vemos a Carrie Mathison de vuelta en Estados Unidos, pero en Nueva York, esa ciudad cosmopolita que siempre ha tenido mucho para decir pero políticamente mucho más desde el 11 de septiembre del 2001. Su labor, al igual que en la temporada anterior, vuelve a estar por fuera de la CIA e incluso en el lado opuesto: ahora trabaja para una organización que brinda representación legal a los estadounidenses de origen musulmán. El caso que le surge en Fair game es problemático aunque promete tener unos cuantos elementos más que lo harán aún más complejo: un joven es detenido por el FBI, luego de postear en Internet una serie de filmaciones en las cuales enhebra un discurso radicalmente antiestadounidense, al menos, para los estándares de este Estados Unidos actual, dominado por la doctrina de seguridad nacional. Pero no solo eso: hay varios elementos que lo vinculan con posibles actividades terroristas.

A la vez, Carrie debe lidiar con Peter Quinn, que está vivo luego de la contaminación recibida durante la temporada anterior, pero con unos cuantos traumas físicos y psicológicos. Toda esta subtrama, con las andanzas de Quinn escapándose de la clínica donde está internado y sus choques con Carrie, es por lejos la menos interesante del episodio. Incluso da para preguntarse cuál puede ser la utilidad de Quinn dentro de la serie, ahora que está en ese estado. La respuesta quizás pueda pasar porque supere su estado actual y vuelva a ser el Quinn que siempre fue, ese agente tan implacable como culposo.

Lo más interesante de Fair game fue lo que tuvo menos minutos: Saul Berenson y Dar Adal, como cabezas de la CIA, teniendo que encarar la transición presidencial, con una Presidente electa, Elizabeth Keane (muy bien Elizabeth Marvel), que no parece simpatizar mucho con el accionar de las fuerzas de inteligencia, sino todo lo contrario. ¿Se avecinan tiempos oscuros para la CIA? ¿O para la futura primera mandataria? Que el capítulo cierre con esa reunión armada por Adal, donde se juntan unos cuantos poderosos para ver qué hacen con Keane (o más bien, para ver cómo conspirar contra ella), parece indicar una posible respuesta. Que en esa reunión dejen afuera deliberadamente a Saul (quien se muestra demasiado comprensivo con los motivos y perspectivas de Keane) también dice mucho. Homeland, de a poquito, vuelve a decirnos que los enemigos y ataques no solo vienen desde el exterior, sino desde el corazón mismo de la nación más poderosa del mundo, porque todo se trata de la lucha por el poder absoluto.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.